Un impactante vídeo difundido por varios medios internacionales muestra a un niño de 9 años reaccionando agresivamente ante su madre y su abuela.
Según relata el diario británico Mirror, el pequeño había acompañado a su madre y a su abuela a un hospital en la ciudad de Guangzhou en la provincia de Guangdong, en el sur de China, y para pasar el rato se puso a jugar con el celular de su madre.
Pero luego, cuando la mujer le pidió a su hijo que dejara de jugar y le devolviera el dispositivo, se desató el violento episodio.
En plena sala de espera y fente a todos, el menor comenzó a patear repetidamente a su madre y a su abuela.
El video publicado en la red social Weibo por una persona que presenció la situación, comenzó a viralizarse rápidamente.
Los cibernautas criticaron el comportamiento del chico, pero a la vez culparon a los padres, señalando que probablemente es el resultado de una crianza indulgente.
Agresividad infantil
Aunque pueden haber muchas causas para la agresividad infantil, los expertos creen que factores familiares, sociales y biológicos conjugan en ello.
“La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural del niño. La familia lo es todo para él. La familia es su modelo de actitud, de disciplina, de conducta y de comportamiento. Es uno de los factores que más influyen en la construcción de la conducta agresiva”, explica el portal especializado Guía Infantil.
Aquí señalan que cuando los padres son poco exigentes, o bien, son muy hostiles con sus hijos -constantemente desaprueban o castigan a los niños con agresión física- fomentan estos comportamiento.
Asimismo, cuando los padres son agresivos entre ellos, el niño absorbe el ejemplo y es probable que repita esta conducta.
También influye cuando el entorno (colegio, vecindario, hogar) propicia la creencia de que “si no pegas eres cobarde”.
Sin embargo, pueden haber otros factores ajenos al hogar o entorno, como problemas hormonales, cerebrales, trastorno de salud específicos e incluso mala nutrición.
Vicente Garrido, psicólogo criminalista y profesor titular de la Universidad de Valencia en España, señala que muchos de los padres de hijos violentos “no son permisivos, ni tampoco negligentes, y no provienen de un contexto marginal. Son de clase media y se han ocupado de sus hijos. Otra cuestión diferente es si podrían haberlo hecho mejor”, señala Garrido, autor del libro Los hijos tiranos. El síndrome del emperador.
El especialista explicó al diario español El País, que muchos de estos niños ni siquiera tienen consciencia de que están haciendo algo malo. “No hay sentimiento de vinculación moral o emocional, ni con sus padres ni con otras personas o instituciones”.
Garrido ha estudiado este fenómeno y cree que puede haber un factor genético en algunos niños agresivos y dominantes con padres preocupados. “Por ejemplo, en el trastorno del déficit de atención con hiperactividad (TDAH), sabemos que el componente genético es muy importante y el ambiental lo puede compensar hasta cierto punto”, indica.
“El sistema nervioso de estos chicos, por alguna razón tiene problemas para aprender las lecciones morales, para sentir empatía, compasión o responsabilidad. Y, como consecuencia de esto, tienen problemas para sentir culpa, una reacción emocional que sólo puede existir sobre la base de que previamente me he vinculado con la gente. Podré fingir que lo lamento, pero en el interior a mí me da igual. Como consiguiente, hay una ausencia de conciencia”, explica.
Javier Urra, autor del libro El pequeño dictador y psicólogo de la Fiscalía de Menores del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, cree que “la herencia marca tendencia, pero lo que cambia el ser humano es totalmente la educación, sobre todo en los primeros años, en los primeros meses y días, incluso antes de nacer, es muy distinto si eres un hijo deseado o no, si eres un padre relajado o agresivo”.
Por ejemplo, dice que en la etnia gitana es imposible que un hijo pegue a su madre, pero “algunos psicólogos y pedagogos han transmitido el criterio de que no se le puede decir no a un niño, cuando lo que le neurotiza es no saber cuáles son sus límites, no saber lo que está bien y está mal. Ésa es la razón de que tengamos niños caprichosos y consentidos, con una filosofía muy hedonista y nihilista”.
“Educar hoy en día es muy difícil; los padres utilizan el modelo microondas, cuando los buenos platos se cocinan a fuego lento. Además de no poner límites, los padres se pierden los primeros años de vida del niño. Los lóbulos frontales, donde está el área emocional, se desarrollan en los tres primeros años de vida”. Los casos más graves, añade, son los que llegan a la fiscalía: Niños que golpean a la madre, la ridiculizan, hacen sus necesidades fisiológicas en el baño mientras ella se ducha…”, comenta.
“Si eso no se frena, cuando tiene 16 o 17 años se desborda: exige mucho dinero y cuando un día la madre dice no, no lo tolera. Lleva 17 años oyendo que sí a todo. ¿Cómo que no?, dice. Entonces la empuja contra la pared, le tira la comida a la cara, la amenaza”, afirma.
¿Se puede hacer algo? Garrido indica que si bien la personalidad es difícil de cambiar, el autocontrol no lo es. Él dice que muchos niños aprenden a manejar sus impulsos y autocontrolar sus reacciones violentas. En estos casos es recomendable solicitar ayuda psicológica.