La asfixia por inmersión es uno de los accidentes en piscinas más recurrentes en los niños, por ello, es necesario tomar algunas medidas de seguridad para evitarlos y saber reaccionar de la manera adecuada para salvar la vida del menor.
Experto: Katherin Falck, especialista en seguridad
Durante el verano las piscinas son una de las entretenciones favoritas de la familia. Sin embargo, en ocasiones basta sólo un descuido para que esta diversión se transforme debido a un accidente por inmersión, es por esto que se hace necesario conocer algunas medidas de seguridad que te ayudarán a evitarlos y, en caso contrario, saber cómo reaccionar cuando ocurra.
En Chile, los accidentes por inmersión ocupan el tercer lugar en las causas de muerte en los niños menores de catorce años, casi 200 anualmente, tras los accidentes automovilísticos y las caídas. Mientras que en el segmento de los preescolares, entre uno a cinco años, la asfixia por inmersión en piscinas ocupa el primer lugar.
A pesar de que un bebé se bañe en una tina, piscina o contenedor con muy poca agua, bastan sólo 10 centímetros y 2 minutos para que se produzca la asfixia por inmersión.
Para evitar estos accidentes existen diversas medidas de seguridad que te pueden ayudar. Sin duda, lo más importante es que los niños nunca se deben bañar sin la supervisión de un adulto. Es necesario que quien cuide al menor mientras disfruta del agua esté completamente atento a él y no se descuide ni un minuto, ya que los accidentes ocurren en milésimas de segundo. El adulto a cargo del cuidado del niño no puede leer o dormitar un poco mientras lo vigila, de hecho, es preferible que esté en el agua junto con el menor.
Además, tampoco se debe dejar a un niño al cuidado de otro menor, aunque sea más grande. Y menos aún se deben permitir los juegos bruscos entre ellos, a pesar de que sea en la orilla de la piscina.
Mientras el niño se baña siempre debe llevar chaleco salvavidas, adecuado según su peso y tamaño. Las alitas y manguitas para flotar no sirven de mucho, sobre todo porque no podrán levantar la cabecita del menor en caso de que se hunda.
La primera medida de seguridad que se debe tener en las piscinas es rodearla con una reja, con al menos 1,20 metros de altura y con una separación entre los barrotes que en ningún caso puede exceder los 10 centímetros y sin barras horizontales ya que los niños pueden escalar por ellas. Recuerde que los niños pueden idear cualquier método para saltar la reja, como subirse sobre un triciclo, y por eso mientras más alta sea, mejor.
También, el material de la reja debe ser firme y la puerta debe ser automática o abatible y toda persona que la abra no debe olvidar cerrarla. La altura de la chapa no debe estar a la altura de los niños.
Los especialistas aconsejan que la edad ideal para tener piscinas en el hogar si hay menores, es cuando ya tienen cinco años. Además, recomiendan que éstas se ubiquen lo más lejos posible del resto de la casa y los espacios que la rodean no deben tener árboles o cualquier elemento que permita a los niños escalar y saltar la reja.
Lo ideal es que la piscina tenga una alarma con citófono conectado a la casa y, en caso de no ser posible, se debe tener un cobertor de algún material sintético que resista más de seis kilos de peso. También, las piscinas deben tener escaleras con asideros a ambos costados y los bordes deben estar hechos con material antideslizante para evitar caídas.
Por último, existen diversos cursos donde se enseñan a los niños a nadar y eso tendrá un efecto muy positivo en él ya que se sentirá más seguro y cómodo en el agua, pero esto no debe darle a los padres una falsa sensación de tranquilidad ya que no se sabe la reacción del menor ante una situación cómo esta.
¿Qué hacer en caso de una asfixia por inmersión?
Según precisó la doctora Katherin Falk, la reanimación cardiopulmonar o resucitación, es mucho más que una ventilación boca a boca o masaje cardíaco. Todo esto es parte de lo que se denomina «Cadena de supervivencia» o «Soporte vital básico».
En el caso de los niños, lo primero es la prevención, como te contábamos anteriormente. Sin embargo, y si el accidente ya se produjo, debes detectar si el pequeño efectivamente ha sufrido un paro cardiorespiratorio.
Para comprobar aquello, chequea si el niño está inconciente, es decir, no responde frente a los estímulos. En el caso de los lactantes, puedes golpear la planta de sus pies, habitualmente reaccionan por medio de quejas o llantos. En niños más grandes, puedes conversarles para verificar su estado.
De no reaccionar, el niño se encuentra inconciente. De este modo, el paso siguiente es comprobar si respira. Puedes hacerlo verificando que su tórax se expanda, si no estás segura, acerca el oído a la boca del menor e intenta sentir su respiración.
Si no puedes comprobar todo lo anterior, se asume que el niño necesita una ventilación asistida. Es importante destacar que si estas sola, debes reanimar al pequeño antes de pedir ayuda; puesto que el tiempo es vital. Si estas acompañada, puedes realizar la maniobra mientras otra persona llama a una ambulancia.
En el caso de un lactante, la ventilación se aplica desde la boca del adulto a la boca y nariz del menor. Si el pequeño es mayor de un año, se hace boca a boca, eventualmente, de boca a boca y nariz.
En palabras de la doctora Falk, se debe colocar al lactante sobre una superficie dura, elevar el mentón en una posición denominada «de olfateo» y mantenerse así. Luego, con la otra mano, sujetar la frente del niño, colocar la boca sobre la boca y nariz del menor y aplicar dos respiraciones lentas. Deben ser de una intensidad suficiente que provoque la elevación del tórax.
Después de aquello, se debe evaluar si existe respuesta en el lactante, habitualmente por medio del pulso o alguna otra reacción.
Si está respirando, se coloca al niño en una posición de recuperación (de lado). Si no es así, la profesional recomienda continuar con la ventilación. De carecer de signos de circulación, de debe prolongar aplicando masaje cardíaco.
Para mezclar la ventilación con el masaje cardíaco, se deben aplicar dos ventilaciones y 30 compresiones torácicas. Estas últimas se hacen con los dedos índice y corazón, presionando entre las tetillas del bebé con mucho cuidado. Consulta con tu especialista para recibir una capacitación al respecto.
Este ciclo se realiza cinco veces, tomando un tiempo aproximado de dos minutos. Después de aquello, es necesario volver a evaluar el estado del niño: si respira, signos de circulación, llanto o movimientos.
En palabras de la especialista, se debe continuar con las maniobras hasta:
- Si estás sola, realizar el primer ciclo, pedir ayuda y luego continuar con la reanimación.
- Si estás acompañada, mantén la reanimación hasta que llegue la ambulancia o puedas trasladar al pequeño hasta un centro asistencial para aplicarle maniobras avanzadas.
- Puedes continuar hasta que el pequeño se recupere o tus capacidades físicas te lo impidan.
Según lo expresado por la doctora Katherin Falk, la idea es proseguir con las maniobras hasta una instancia de reanimación avanzada.
En caso de vómito, debes colocar al pequeño de lado para que no se ahogue, aunque esta reacción no sería habitual en estos casos, según acotó la especialista.
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