En ocasiones los padres obligan a sus pequeños a saludar a las personas que se encuentran dentro de su círculo social. Generalmente los padres lo hacen con el objetivo de que los niños aprendan las reglas de la educación formal necesarias para un patrón social, y también porque tienen miedo de que esas personas que visitan su hogar se sientan ofendida por el “rechazo del bebé”. Sin embargo ¿Debemos obligarlos a saludar?
Es importante tener claro y ser conscientes de que los adultos solemos saludar por cortesía, pero los niños saludan desde lo más profundo de su corazón. En muchos momentos podemos observar como un pequeño puede entablar una conversación con un adulto de forma inmediata, pero en otras circunstancias vemos que esto no se puede lograr. Las razones pueden ser muchas, pues el niño puede percibir las intenciones del adulto, o simplemente no se siente en confianza.
Por lo general, los niños suelen ser francos y muestran sus emociones sin tapujos, por lo que cuando se emocionan de ver a una persona o esta les resulta simpática a primera vista, les saldrá natural saludarla o incluso echarse a correr y abrazarla.
Pero por qué realmente obligamos a los niños a que saluden:
- En muchos casos los padres pueden hacerlo para tratar de quedar bien delante de los demás, sin darse cuenta que en realidad el niño puede tener la mejor educación pero simplemente no siente el filin necesario para ser cariñoso con los demás.
- Por otro lado, a los papás les preocupa que esa persona se sienta ofendida por la negativa del niño.
- Nos interesa más lo que esa persona pueda pensar de nosotros como padres que lo que siente o desea nuestro hijo.
¿No saludar es ser mal educado?
Los niños que no saludan no siempre son mal educados, sencillamente son tímidos. Esto no se trata de una falta de respeto o educación hacia los padres o los desconocidos, sino de una inhibición. Y obligarles a hacer algo que no les agrada va en contra de su naturaleza y en vez de ayudarlo solo puedes hacer que incremente su timidez e inseguridad.
Esto no quiere decir que los niños no deban saludar, pues esto es una bonita forma de relacionarse y de normas de cortesía que nos transmite una gran impresión. Los más recomendables en estos casos es orientar al pequeño, más no obligarlo, debemos enseñarle a saludar, pero no presionarles a dar un beso, un abrazo o sonreír sin querer.
Con el pasar del tiempo los niños se acostumbran a saludar a los adultos sin ningún problema, así que no es necesario obligarlos o regalarlos por no hacerlo durante sus primeros añitos.