La calidad del sueño está estrechamente relacionada con el estado de salud y evolución infantil, ya que mientras el recién nacido duerme, se desarrolla el sistema neuronal.
Además, durante las horas de sueño se produce la hormona del crecimiento, específicamente en las fases de sueño lento. Es en las etapas de sueño paradójico que se afianzan en su memoria los aprendizajes adquiridos cada día.
Por todo lo anterior, es sumamente importante respetar los ritmos de sueño del recién nacido, hasta que, gradualmente, se regularicen. Desde el momento del nacimiento hasta el 4° mes, estará en un periodo de adaptación, lo que requerirá que se le garantice un clima afectivo tranquilo, recibiendo toneladas de cariño. El bebé es extremadamente sensible al estado anímico de los que lo circundan, por lo que se le tiene que tratar con dulzura, equilibrando los mimos con rutinas estables.
Con el tiempo, el recién nacido organizará su sueño por sí solo, logrando autonomía y equilibrio.
Todo es nuevo para él
El bebé está en nuevo entorno, acostumbrándose a ruidos, imágenes y emociones nuevas. Cada día le provee un sinfín de descubrimientos, y en especial debe adaptarse a sus
ritmos biológicos y funciones naturales, tales como el sueño y el hambre. Piensa que para él – acostumbrado a recibirlo todo a través del cordón umbilical en el vientre materno– comer es algo totalmente novedoso.
Ante todo, respeta su sueño
Un recién nacido se pasa la mayor parte del tiempo durmiendo, entre 16 – 20 horas diarias, dominando el tipo de sueño conocido como paradójico.
En los primeros días es difícil para él diferenciar día y noche. Por lo tanto, no le es raro despertar a media noche para pedir que lo alimentes; por lo común, las tomas son cada 3 o 4 horas. Haz todo lo posible por no interferir con su ritmo, ya que gradualmente y de forma natural amoldará las fases de vigilia y sueño a los hábitos de toda la familia. Para que te sea más fácil, duerme cuando él lo haga.
Es responsabilidad de los padres crear un entorno apacible, donde reine la armonía, no necesariamente en completo silencio, pero dejando de lado ruidos molestos como la aspiradora, las conversaciones a viva voz o los portazos.
Cuando el niño esté despierto, aprovecha de amamantarlo, hacerle mimos, pasearlo, etc. Con el paso de los meses, verás cómo duerme mejor y te despierta menos de noche.
El bebé necesita seguridad
Para que el pequeño esté tranquilo, esfuérzate por crear las condiciones propicias. Estos 4 principios básicos te serán súper útiles:
- La cuna debe ser cómoda
No estamos hablando sólo del espacio físico, ya sea una cuna o cama, sino también de un ambiente reconfortante, donde reinen su olor, colores y formas predilectas. Algunos artículos que puedes proveerle son peluches, mantitas o un móvil colgante sobre ésta (velando por que todo sea seguro para él).
- No lo pases a tu cama
Aunque lo lleves a otro lugar para adormecerlo, tienes que acostarlo en su cuna, ya que sus puntos de referencia deben ser constantes.
Igualmente, si sales de vacaciones o de paseo por unos días, consigue una cuna plegable, para que siempre tenga su lugar.
- Tómalo en brazos después de darle su leche
Luego de cada toma, acuéstalo sobre ti, o aprovecha de pasárselo al papá para que regaloneen juntos, de modo que se calme escuchando voces familiares y sintiendo olores tranquilizantes para él. Eso sí, diferencia los mimos de las rutinas para dormirlo, de modo que aprenda a dormirse por sí solo en su cama.
Ante todo, cerciórate de que nada le moleste, que esté a la temperatura adecuada y que no necesite que lo muden. Una vez comprobado esto, no lo tomes en brazos para que deje de llorar, sino más bien acarícialo para que se tranquilice, diciéndole palabras amables al oído o cantándole una canción de cuna. Recuerda no estimularlo, sino relajarlo.
No lo lleves a tu cama por las noches, ya que podrías quedarte dormida con él y no llevarlo a su cuna, e incluso poner en riesgo su salud al quedarse acostado junto a ti.