El deseo de convertirse en madre puede no aparecer nunca en una mujer. Una sicóloga analiza este fenómeno tan cuestionado y el mito del instinto maternal.
No soportan a los niños, no sueñan con convertirse en madres o deciden priorizar el ámbito laboral. Son las mujeres que sin duda alguna no poseen un instinto maternal, pues no quieren tener hijos, denominadas comúnmente como NoMo, es decir, No Mothers.
La mayoría de estas mujeres deben soportar continuamente el cuestionamiento de familiares, amigos y, en definitiva, de la sociedad. “¿Pasa algo malo contigo? Quizás aún no te ha surgido el instinto maternal”, es una de las frases que escuchan frecuentemente.
Y, ¿hay algo malo en no querer ser madres? “No. La maternidad, cada vez más, es un deseo asociado a la subjetividad, a las propias experiencias biográficas, a los ideales que las mujeres construyen de sí mismas, a sus proyectos vitales”, explica María Ester Buzzoni, secretaria de estudios de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
Entre las razones principales de no querer ser mamá se encuentran la priorización del desarrollo profesional, la preocupación en el ámbito económico, considerar que el mundo de hoy no es sano para las nuevas generaciones, pensar que no se está preparada para ser madre y porque simplemente no les gustan los niños.
Famosas actrices y modelos han dado este tipo de explicaciones y han sido el blanco de críticas. Es el caso de Cameron Díaz, quien declaró que “de alguna forma tengo la vida que tengo porque no tengo hijos. Es sólo una elección diferente”.
Aun así, la sociedad continuamente critica y condena a las mujeres que no desean convertirse en madres. “El juicio sobre las mujeres que hoy deciden no tener hijos es complejo y revela que la cultura aún no se despoja completamente de un sistema de pensamiento dicotómico, es decir, que divide la realidad en dos opuestos y que construye una asociación invisible entre las categorías. Por ejemplo, a ‘hombre’ se asocian palabras como ‘masculino’, ‘productivo’, ‘público’ y ‘dominante’, entre otras. A la categoría ‘mujer’, complementariamente, se asociaron las palabras ‘femenina’, ‘reproductivo’, ‘doméstico’ y ‘pasiva’, entre otras”, comenta Buzzoni.
Según la psicóloga, la asociación entre mujer y reproducción (maternidad) debería desaparecer. “La maternidad hoy está lejos de ser la consecuencia directa de la sexualidad en la mujer y de ninguna manera se encuentra asociada a la condición de mujer. En 2015, a 64 años del hito histórico en el que Carl Djerassi patentó la píldora anticonceptiva, con la cual abrió a las mujeres la posibilidad de separar concretamente la sexualidad de la reproducción, parece increíble que aún nos preguntemos acerca de la relación entre maternidad y femineidad y que, en algunos sentidos, sigamos viviendo sobre el supuesto del instinto maternal”, argumenta la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
Y es que lo que comúnmente se entiende como “instinto maternal”, desde la perspectiva sicológica es considerado un mito. “La asociación cultural entre las palabras mujer, femenina y reproductiva, se encuentra a la base del mito del instinto maternal. El desafío de la maternidad, en muchos casos, es hoy un desafío de parentalidad, es decir, se enfrenta y se asume más que nunca en el contexto de las posibilidades de las parejas, en el espacio de la intimidad, donde no son sólo los deseos de una mujer, sino las posibilidades de esa pareja de recibir a un tercero que se llama hijo”, señala la experta.
Con el ingreso de la mujer al mundo laboral, la decisión de tener un hijo y hacerse cargo de él aparece más complejo. “La maternidad hoy no es una alternativa a la vida profesional, sino un desafío en sí mismo, que las mujeres enfrentan o no, poniéndolo al frente de múltiples deseos y proyectos que demandarán de ella una capacidad para agenciar sus recursos cognitivos, afectivos, económicos, sociales, etc.”, concluye María Ester Buzzoni, secretaria de estudios de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico.