La principal consecuencia es la aparición de caries, una de las enfermedades infecciosas crónicas más comunes de los infantes. Este 31 de octubre se celebra Halloween y los niños ya están preparando sus disfraces para ir en búsqueda de las tan preciadas golosinas.
Sin embargo, es el momento en que los padres deben preocuparse de que sus hijos no las consuman en exceso, porque sus dientes son los primeros que podrían sufrir las consecuencias.
De acuerdo a Neide Thome, odontopediatra de Clínica Diente de Leche, “la ingesta de los alimentos azucarados debe ser controlada, ya que éstos son fermentados por bacterias y, a su vez, el producto de la fermentación es un ácido que disuelve los cristales del esmalte, causando las caries”, señala.
Actualmente, la caries dental es la enfermedad infecciosa crónica más frecuente en la infancia y avanza rápidamente en los dientes de leche –que están presentes desde los 6 meses hasta los 12 años– debido a que el esmalte es más delgado y el nervio está más próximo a la superficie, a diferencia de los permanentes. Esto puede tener graves repercusiones en la salud general del bebé (en algunos casos) y niño, tales como:
- Visitas de Urgencia por dolor intenso
- Atención Odontológica Precoz (que es estresante para los niños)
- Hospitalizaciones
- Dificultad en la adaptación a la visita odontológica
- Disminución de su desarrollo físico, lo que lleva a una baja calidad de vida
Por estas razones, la especialista enfatiza en que es fundamental la educación preventiva y el autocuidado de los dientes de leche: “Un niño con caries en sus dientes primarios será, probablemente, uno con caries en los definitivos y, por lo tanto, un adulto con múltiples tratamientos dentales, con las consecuencias económicas, físicas, psicológicas y emocionales que ello implica”, comenta.
Mejor prevenir que lamentar
“El 80% de nuestros pacientes son menores de seis años, es decir, niños que todavía no tienen dientes definitivos en la boca. No obstante, muchos de ellos ya llegan con caries, las cuales se pueden controlar –dependiendo de cuán avanzadas estén– gracias a una odontología preventiva y mínimamente invasiva”, aclara Thome.
Agrega que “incluso los padres deberían llevar a sus hijos a una primera consulta con un odontopediatra a los seis meses –edad en que comienza la erupción de dientes–, para que éste los oriente con información importante sobre la promoción de la salud bucal desde bebés, como la limpieza de lengua y encías con una gasa o dedales de silicona, además de recibir consejos sobre hábitos de postura lingual, respiración bucal y alimenticia”, concluye.