Cuando se habla de alimentación infantil siempre surgen muchos comentarios que, en algunos casos, son absolutamente contradictorias. Frente al reinado del potito y de los purés e incluso de las alimentación absolutamente pautada por el pediatra, surge el Baby Led Weaning (BLW).
Esta corriente alimentaria consiste dn nada nuevo. Se basa en ofrecer a bebés de, a partir de seis meses, alimentos cortados de manera que los puedan coger con sus manos y así se nutren ellos mismos.
Tal y como explica Lidia Folgar en su libro Aprender a comer solo, «No hay nada revolucionario en dar a un bebé comida para que la coma con sus manos, ya que desde siempre se les ha ofrecido algunos alimentos para que fueran probando. Lo que diferencia al enfoque BLW de los métodos tradicionales es que el pequeño se alimenta así en exclusiva y desde el inicio de la diversificación alimentaria, con alimentos sólidos blanditos sin triturar».
Con este método al niño se le ofrecen trozos de comida no procesada. Los cuidadores deciden que ofrecerle, pero es el niño es el que decide que alimentos comerá entre los que le proponen, en que cantidad y a que velocidad. La diferencia de esta propuesta con los métodos habituales es que desde el principio se le ofrece un amplio abanico de posibilidades, incluyendo fruta, pescado, vegetales, carnes, huevos, pan, pasta, pescado…
Según Folgar, «se ha demostrado que la exposición a una gran variedad de alimentos durante el periodo de alimentación complementaria parece modular la aceptación de nuevos alimentos durante el primer año de vida. Lo mismo ocurre con el ofrecimiento de mayor variedad de fruta, asociado también a un mayor consumo de fruta a los 6-8 años».
Entre las hipótesis que se deben seguir para alimentar a los niños con este método está la de no obligarles a comer y no apresurarles, hay que dejar que coman a su propio ritmo. El bebé comerá con el resto de la familia y los grupos de alimento no se separan por comidas… con estos principios se consigue que el bebé disfrute comiendo y él mismo gestiones hasta donde tiene hambre. También se familiarizará desde el principio con el sabor real de los alimentos, y no con el que está «camuflado» entre otros en un puré.
Algunas dudas a surgir:
Ante las dudas que pueden surgir, tales como un posible atragantamiento o falta de minerales, Folgar explica que «se ha comprobado que los padres que han elegido este enfoque de la alimentación para sus hijos, han reducido su preocupación sobre los atragantamientos al comprobar que su bebé sabía gestionar perfectamente los trozos de comida si se le ofrecen de forma adecuada».
La autora del libro también afirma que según un estudio realizado por al Academía Americana de Pediatría (AAP), «los bebés que siguen la BLW a los 8 meses tenían menos arcadas que los que eran alimentados con enfoques tradicionales, presumiblemente porque tenían más experiencia alimentándose».
En cuanto a la duda de si se alimentará correctamente y si será capaz de comer suficiente para crecer la experta explica que «Ningún niño pasa hambre teniendo comida a su alcance. Los niños que pasan hambre, desgraciadamente no es porque no quieran comer, sino porque no tienen la disponibilidad de alimentos que tenemos nosotros».