A muchos papás les preocupa la obesidad infantil y que sus hijos sufran sobrepeso. Entre los riesgos asociados, se encuentran las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, los problemas sanitarios y la relación con la obesidad de adulto.
En realidad, el peligro de la obesidad es mayor si se abusa de las grasas, azúcares, grasas saturadas y trans, así como de alimentos de alta densidad energética y deficientes en fibra y micronutrientes. Todos estos alimentos elevan las calorías ingeridas y los niveles de glucemia, lo que además puede modificar el apetito de los pequeños, cuando deberían estar formando hábitos saludables.
Pero no muchos relacionan el exceso de proteínas con la obesidad, ya que estas son un nutriente esencial de la dieta humana y son fundamentales para muchas funciones corporales vitales como el transporte de oxígeno o la función energética, es por esto que muchos padres dan de comer a sus hijos cantidades grandes de proteínas sin tomar en cuenta que exceden la cantidad diaria indicada. Y deben considerar, que para una salud óptima y una alimentación equilibrada, se debe vigilar la cantidad y calidad de lo ingerido.
Una dieta variada
Tanto mamá como papá deben procurar enseñar buenas costumbres a sus hijos en relación a la alimentación variada. No es responsable acostar al bebé después de darle leche y galletas, en desmedro de un nutritivo plato de verdura y pescado (por mucho que sea rechazado). Se debe buscar la manera de incluir en la dieta de los hijos alimentos saludables y educarlos al respecto para que al crecer adquieran un gusto por estos alimentos.
En cuanto a lo que se debe limitar, está el consumo excesivo de leche de vaca a partir del primer año de vida, ya que el consumo de este líquido puede hacer que el niño no quiera ingerir alimentos diversificados, tan necesarios para una dieta balanceada, como legumbres, verduras y frutas. El niño debe estar expuesto a nuevos sabores y texturas para que pueda aceptar una mayor cantidad de comidas en el futuro.
Además, la leche de vaca en cantidades superiores a 700 ml diarios, deja de lado nutrientes esenciales (grasas polinsaturadas, hierro, vitamina D y folatos) y sólo aporta proteínas y grasas saturadas.
Por lo tanto, es imperioso ampliar el consumo de verduras, frutas y legumbres, equilibrando y limitando las proteínas lácteas y animales para que la nutrición de los niños no sea deficiente y no origine problemas de peso en la vida adulta.