Nada justifica que un padre «eduque» a sus hijos por el orden de la violencia, el desamor, y a gritos.
Eso no es educación, eso se llama violencia, y lo más doloroso, acto impartido de un padre a un hijo. Si su padre lo trata así ¿que puede esperar el pequeño de los otros?
Los niños en general pasan por situaciones que les pueden generar estrés, descompensación emocional, etc. Por ejemplo cuando los niños se encuentran atravesando episodios de estrés elevan su tensión emocional. Es decir, el niño se paraliza de miedo frente a situaciones nuevas o que le generan presión como pueden ser:
- las visitas al dentista
- cambio de escuela
- pérdida de un ser querido
- peleas de los padres
- muerte de una mascota etc.
Generando en ellos conductas o comportamientos inapropiados que pueden llegar a sacar de sus casillas a sus padres y a consecuencia de ello los padres pueden desesperarse y gritar a sus hijos. ¿Soluciona en algo el grito la conducta inapropiada del niño? NO.
Los niños deben ser educados con amor, respeto, cuidado y muchos ingredientes más, regidos por el orden del bien, y en pro del crecimiento emocional de los pequeños. Ciertamente como padres eventualmente frente a alguna mala conducta de los niños se puede levantar la voz a modo de ejercer la ley del padre, y colocar un límite frente a: por ejemplo, a una pataleta o rabieta.
Asimismo los niños gritados y maltratados verbalmente expresan el estrés a través de algunos síntomas como:
- sudor en las palmas de las manos
- llorar sin motivo aparente
- arrancarse las uñas o los pelos
- enuresis
- insomnio
- y en algunas ocasiones ya se aprecian los trastornos del estado del ánimo como la depresión, la ansiedad, y la angustia.
Recomendaciones:
1. Aprender a conversar con sus hijos, y comunicarse con ellos siempre con respeto.
2. Los padres no son los dueños de sus hijos, ni mucho menos, y no tienen por qué faltarles el respeto, gritarlos, ni insultarlos.
3. Estimular el juego, motivar a los más chiquitos a dibujar, a cantar, a reír. Inventar obras de teatro donde los niños imiten a sus padres o a sus maestros, para descubrir qué actitudes pueden ocasionarle estrés.
4. Apoyar a los niños a equilibrar sus emociones, a nombrarlas, aceptarlas, y contarlas de acuerdo a como ellos puedan.
5. No se debe de gritar a los niños porque les hace daño siempre.
6. Los padres deben de educar con el ejemplo, es decir, respetando los valores y los principios del hogar.
7. Los vínculos padres e hijos no pueden estar regidos por el orden de la violencia y el descontrol.
8. Practicar más juego reales, y dejar de lado tanta tecnología. Los padres pueden educar y vincularse con sus hijos de buenas formas, gestos de amor, y actos tiernos.
9. Padres que no pueden dejar de gritar a sus hijos deben de pedir ayuda, ya que están dañando severamente el crecimiento psíquico de sus hijos.
Finalmente, la desobediencia no se cura con violencia, un grito violento cargado de ira NO SOLUCIONA NADA, solo genera inseguridad, temor, y daños emocionales, muchas veces, irreparables en los pequeños de la casa. Como padre uno tiene la posibilidad de educar con amor y respeto.
Levantar la voz en ocasiones para imponer una ley o hacer respetar una norma, más no como forma de vincularse ni relacionarse de padres a hijos.
En definitiva, no se le grita a los hijos. Y si estos impulsos por parte de los padres son irrefrenables, sería conveniente que el progenitor acuda a buscar ayuda psicologica y protega de esta forma la salud de su hijo quien no tiene por qué recibir esas frustraciones por parte de un adulto, aunque este sea su padre o su madre.