¿Cómo regaño a mi pequeño sin lastimarlo? La disciplina y el buen comportamiento por parte de los más pequeños son solo algunos de los temas que preocupan a los padres.
A menudo nos preguntamos si estamos siendo estrictos o poco razonables, si estamos restringiendo demasiado sus libertades o si, por el contrario, nuestro hijo necesita un poco más de carácter.
Seguro que has comparado tu modelo de crianza con el de tus padres y quizás has decidido tomar un rumbo diferente al que te corrigieron o castigaron.
Lo primero que debe recordar es que los tiempos cambian y cada estilo de crianza es diferente. Dicho esto, sigamos adelante con el tema sobre ¿cómo regaño a mi pequeño sin herir sus sentimientos?
Pero, ¿qué sucede si mi hijo tiene una rabieta?
¿Cuando se enoja no escucha razones? ¿O si realmente rompe una regla y se pone en peligro o mete a otros en problemas? ¿Cómo regaño a mi pequeño sin lastimarlo?
En primer lugar, es importante darse cuenta que la violencia nunca se recomienda y que cada vez más psicólogos y terapeutas se están alejando de las viejas «nalgadas» que solían administrar padres y abuelos. El “buen azote” ya no existe hoy en día, al contrario, puede causar trauma y resentimiento en tu hijo.
Estas son las recomendaciones más comunes sobre ¿Cómo regaño a mi pequeño sin lastimarlo?
- Elige el momento adecuado. Es mejor regañar a tu hijo tan pronto como muestre el comportamiento que desea corregir para que la asociación entre el castigo y la acción se vuelva más clara. Esto es especialmente importante cuando tu hijo es muy pequeño o cuando está distraído, porque entonces puedes ver claramente la causa y el efecto. El único escenario en el que se puedes dar una reprimenda un poco más tarde es cuando está muy molesto o enojado porque necesita tiempo para calmarse y poner las cosas en perspectiva. Esto interrumpe la comunicación y podría romper la confianza entre ustedes dos. Si está muy enojado, lo mejor es ponerlo en el «círculo de penalización» o en el «rincón de pensamiento».
- Evita los gritos. Esto solo genera malentendidos, pone a las partes a la defensiva y además es violento. Trata de calmar tu tono y diles enérgicamente lo que está mal. “Tomás, NO está permitido golpear a tu hermano”, “Alejandra, es peligroso saltar sobre los muebles, podrías lastimarte” son mucho más efectivos que un grito que asuste a los niños.
- Recuerda, quieres enseñar a los niños respeto, disciplina y obediencia, no miedo irracional a sus padres.
¿Es necesario el regaño?
Si tu hijo es desordenado y no quiere limpiar después de jugar, incluso si suena repetitivo, dile «SIEMPRE tienes que limpiar cuando jugamos, no nos gusta ensuciar», para que haya consistencia entre la acción y la queja.
Si dices algo genérico como «Siempre es lo mismo, es un desastre», no será bueno para distinguir por qué estás enojado.
No lo amenaces en vano, pero hazle saber que cada acción tiene una consecuencia. Porque te portaste mal, no puedes ver la televisión tantos minutos”, “Porque no limpiaste después de jugar, solo puedes jugar con este juguete, los demás te los confiscarán hasta que aprendas a asumir la responsabilidad”.
Corregir constantemente
Si lo corriges un día por golpear a su hermanito, no permitas que empuje a un niño en el parque al día siguiente. La consistencia es clave para entender lo que puede y no puede hacer.
Nunca lo compares con otros niños, enfócate en su comportamiento y corrígelo a tiempo. Si ves a un niño haciendo algo ilegal, a menos que sea un episodio tranquilo en el parque, utilízalo como ejemplo.
Fomenta la conversación
«¿Has visto al niño del suéter rojo empujando a otros? Se supone que no debes ser violento con otros niños, ¿lo sabías?» Y luego puedes tener una conversación adecuada sobre lo que está permitido.
No te alejes emocionalmente ni lo chantajees con cariño. Hazle saber que lo sigues amando a pesar de su comportamiento inapropiado, que lo regañas por preocuparte por él, para hacerlo una buena persona, hazle entender que es tu deber ayudarlo a corregir, pero que lo amas.