El fallecimiento de un ser querido o muy cercano a la familia puede tener profundas consecuencias en los niños a corto y largo plazo.
Consecuencias de la muerte de un progenitor
- Puede llevar varias generaciones.
- Enfermedades como depresión y otras perturbaciones emocionales en su vida adulta.
- Si se ha perdido al progenitor del sexo opuesto probablemente se van a tener compromisos conyugales problemáticos.
- Dificultad en la crianza de hijos, especialmente si el progenitor tenía el mismo sexo que él o ella (funciona bien hasta que llega a la edad en que perdió a su padre o madre, luego se presentan las consecuencias de haber tenido falta de un modelo parental).
¿De qué depende la reacción del niño ante la muerte de un progenitor?
- Su desarrollo cognitivo: niños pequeños buscan apoyo y comprensión en las emociones ajenas de otros adultos al decirles que perdieron a su padre o madre sin mostrar emociones en el comentario.
- El modo en que los adultos aborden el tema: que no los excluyan con la creencia de ahorrarles un sufrimiento.
- Si pierden además de un progenitor, a un cuidador: importancia de que el resto busque y cumpla las funciones del rol del progenitor fallecido y de su acongojado cónyuge.
- El estado emocional en el que se encuentre el otro progenitor
- Obligaciones financieras y de cuidado del viudo o viuda: muchas veces éstas se pueden ver complicadas.
Muerte de un abuelo
Probablemente será la 1° experiencia del niño en su aprendizaje para enfrentar la muerte, es una buena ayuda para el niño incluirlo en la experiencia de duelo de sus padres ya que lo tranquilizará al ver que ellos pueden enfrentar la pérdida. Para un hijo (progenitor) que se encuentra cuidando a su padre enfermo y al mismo tiempo a sus hijos pequeños, este hecho puede ser muy estresante y va a depender este estrés más que nada de la ayuda externa (económica, auxilio de familiares o amistades, etc.) que pueda recibir.
Tareas familiares de adaptación a la pérdida
- Compartir el conocimiento de la realidad de esa muerte.
- Compartir la experiencia del dolor y la pena.
- Reorganizar el sistema familiar.
- Volcarse a otras relaciones y metas vitales.
Diversas intervenciones pueden resultar eficaces para facilitar la adaptación familiar a una pérdida. Cuando un miembro de la familia está muriendo o ha muerto, toda la familia se ve afectada y cada integrante afecta a todos los demás. Por esto de ser posible, todos debieran participar de una terapia.
Aunque por lo general es útil fomentar una comunicación más abierta acerca de la pérdida y su impacto, es igualmente crucial respetar, en cada caso, el tiempo oportuno para tratar los sentimientos de esa familia y sus diversas pautas de adaptación.
Es de gran importancia en el trabajo con las familias, normalizar la gama completa de los sentimientos referentes a la muerte. Por lo tanto, con frecuencia alentamos a quienes han experimentado una pérdida prematura y traumatizante, a involucrarse en la creciente red de autoayuda, donde verán confirmados sus sentimientos en un ámbito no clínico.
Una pérdida también puede conducir al crecimiento. Hay quienes dicen haber tenido, además de la congoja, sentimientos más claros de las prioridades en la vida como una mayor valoración de las relaciones interpersonales y una mayor capacidad de intimidad y empatía, sobretodo entre los miembros de la familia. También se logra reconocer un potencial adaptativo que pudiera ser, hasta ahora, inadvertido.