Es posible que tengamos en casa un pequeño que llore por cualquier cosa, como si todo le irritara o estuviera de malhumor la mayor parte del día. Esto realmente nos desespera, sin embargo, no podemos hacer caso omiso a la situación.
Desde el nacimiento, los bebés comienzan una etapa progresiva de adaptación, y es un período difícil para los padres y por supuesto para el niño, no obstante, en vez de caer en la impaciencia, lo ideal es calmarnos y tratar de ayudar a nuestro hijo a estabilizar su actitud.
Factores físicos por los que el niño llora mucho
Existen dos tipos de posibilidades por las cuales el bebé llora: emocionales y físicas, tomando en cuenta la segunda opción por razones más observables, el niño puede llorar por:
- Tiene sueño.
- Periodo de incubación o enfermo.
- Tiene hambre.
Para evitar el llanto de los niños en cuanto a las razones físicas es importante que coman a la hora establecida, duerman lo suficiente y tratar cualquier enfermedad o decaimiento a tiempo.
Factores emocionales por los que el niño llora mucho
- Falta de atención.
- Poco estímulo.
- Madurez insuficiente para enfrentarse a situaciones cotidianas.
- Frustración.
- Miedo.
Normalmente los recién nacidos lloran entre una y hasta tres horas diarias y en líneas médicas generales, se considera normal, como un intento para comunicarse con sus padres o cuidadores. Sin embargo, cuando ya están grandes y mantienen un llanto excesivo sin una razón orgánica o psicológica que lo justifique, corren el riesgo de padecer trastorno por déficit de atención e hiperactividad, así como depresión, ansiedad y conductas agresivas.
¿Qué pueden hacer los padres?
- Indagar sobre el comportamiento del niño, y comprender si él lo está pasando realmente mal por alguna razón.
- Ir hasta la raíz del problema.
- Evitar el enfado y el castigo.
- Explicarles sutilmente como son las cosas.
- Darle muchos abrazos y hacerlo sentir seguro.
- Motivarlo a tomar decisiones y controlar su malhumor.
- Crear rutinas familiares dentro y fuera del hogar.