Permisos en vacaciones ¿debería autorizar a mi hijo para salir con otra familia?

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  • ¿Debemos dejar que los niños vayan de vacaciones con otra familia? ¿Cuál es la edad apropiada para que los adolescentes salgan solos con sus amigos? Especialista de la Universidad del Pacífico entrega algunas recomendaciones.

En materia de permisos, son varios los temas que en esta época del año pueden poner el ambiente familiar tenso. Por ello, los especialistas plantean que es bueno dar un espacio de diálogo y calma para analizar caso a caso.

Una de tradicionales peticiones de permiso que hay que resolver son aquellas vinculadas a las invitaciones que reciben nuestros hijos para pasar un tiempo de vacaciones con amigos u otras familias. Para la coordinadora académica de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Verónica Navarrete, lo primero es definir como familia si es parte de la vida familiar que los hijos vayan de vacaciones con otras personas.

“Creo que los padres tienen que resolver previamente este tema y no esperar que llegue desde los niños. Hay que tener una opinión al respecto y, en base a esa opinión, darla a conocer con argumentos y con todo lo que eso significa. Entonces, lo primero es convenir como padres si estamos o no de acuerdo”, señala la psicóloga infanto-juvenil.

Lo segundo es determinar qué tipo de familias vamos a filtrar a la hora de dar o no un permiso. “Por lo tanto, implica conocer a esa familia, que límites maneja, etc. Y eso es súper importante, porque muchas veces ocurre que los otros padres son muy distintos a uno, lo que define cómo resolverían determinadas situaciones”, aclara la especialista.

Sobre la edad apropiada para otorgar este tipo de permisos, la psicóloga plantea que si los niños son muy chicos, se angustian mucho. “Si bien ellos dicen que quieren ir, es muy común que después los padres los tengan que ir a buscar, similar a lo que pasa con las alojadas fuera de la casa. Creo que la etapa de 10 a 12 años es buena, pero también hay que conocer al hijo y saber si está capacitado para estar una o dos semanas afuera, con otra gente, manejar sus límites, sus horarios, etc.”, advierte Verónica Navarrete.

Entre las claves para reconocer cuándo nuestros hijos están capacitados para pasar parte de sus vacaciones con otras personas, la psicóloga dice que hay que preguntarse si el niño es capaz de resolver problemáticas de su edad y si tiene ciertas habilidades mínimas. “Por ejemplo, que sepa qué se va a poner, cómo va a ordenar su ropa y su espacio. O si es un niño que no tiene problemas de relación, o trastornos del desarrollo o problemas de eneuresis (incontinencia urinaria nocturna), lo que haría que lo pasara muy mal”, comenta.

En los casos en que como padres entendamos que no están capacitados, la experta es categórica: “Debemos aprender a decir no. Y eso se logra conversando con el niño y mostrándole otras situaciones de la vida cotidiana, como la demora en ir a buscarlo a un lugar o a un cumpleaños y qué emociones le produce, y eso mismo proyectarlo a lo que sucedería si estamos el día de mañana a 200 kilómetros de distancia”, ejemplifica.

Jóvenes y adolescentes

Otro de los casos habituales son los permisos que piden los más grandes para las fiestas. “Creo que es súper importante la relación que se tiene con el hijo y conocer cuál es la situación por la que está pasando. Si te estás dando cuenta de que tu hijo está saliendo mucho, de que está llegando con olor a trago o que esta fiesta tiene que ver solamente con carrete desbordado, tienes que ser capaz de poner límites. Y eso no tiene que ver solo con las fiestas durante las vacaciones, sino con algo que ha estado pasando durante todo el año. Por eso es bueno ir hablando con él e ir poniéndole límites, porque lo necesitan. Si no, ellos mismos se pierden”, alerta la especialista infanto-juvenil.

Algo similar sucede con respecto a los permisos para ir de vacaciones solo entre amigos. “En este caso, es bueno preguntar bastante: con quiénes va, dónde va, dónde arrendarán, etc., porque a veces salen sin tener cómo irse o un lugar donde quedarse y pueden estar expuestos a muchos peligros, ya que el joven es muy impulsivo y no mediatiza los peligros ni las consecuencias”, advierte Verónica Navarrete.

“Hay una cosa que le pasa al joven que tiene que ver con el desarrollo cognitivo, donde se sobrevalora y piensa de que nunca le pasará nada, que puede hacer dedo en la noche, que puede tomar y no se curará, o que tendrá sexo y nada le pasará. Por eso hay que estar muy presentes”, finaliza la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.

 

 


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