Mi hijo le tiene miedo a los animales

miedo a los animales

El miedo a los animales, Tan pronto como ve al perro corriendo por la calle, la niña se aferra ansiosamente a su madre. El amigo de cuatro patas está atado y el niño está a varios metros de él. Sin embargo, la sensación de inquietud no se puede evitar y solo desaparece cuando el perro está fuera de la vista.

Miedo a los animales: La moderación puede ser deseable

Muchos niños experimentan miedo a los animales de manera similar. Pero, sinceramente, los adultos, ¿no sentimos a veces una ligera punzada de pánico cuando un animal que no conocemos se nos acerca demasiado? Definitivamente es recomendable cierta precaución, porque nunca se sabe cómo reaccionará el animal y en qué estado de ánimo estará.

A este respecto, es deseable al menos una actitud reservada hacia los animales. Pero cuando esa desgana se convierte en miedo real, los padres deben actuar. En primer lugar, no importa si el miedo del animal es el resultado de una mala experiencia o si el miedo apareció de la nada. En primer lugar, es importante entender a tu hijo.

Entender al niño

Como ocurre con otros miedos infantiles, depende de cómo reaccionemos ante ellos. Dichos como «¡Ahora no seas tan estúpido!» o «¡No tienes que tener miedo!» son tan ineficaces como contraproducentes. En cambio, es útil escuchar al joven y tratar de empatizar con sus preocupaciones.

¿El miedo solo está presente en cierto animal? ¿Hay alguna diferencia si el animal lo sabe o no? Además, surge la pregunta de qué tan relevantes son estos miedos en relación con la vida cotidiana.

¿El camino al jardín de infantes pasa todos los días por una propiedad donde un perro ladrando corre de un lado a otro o es la confrontación con un animal más bien la excepción? Y por último, pero no menos importante: ¿qué tan estresantes sienten los propios jóvenes que son sus miedos?

Los niños y los animales son un gran equipo en sí mismos. Ambos se benefician de tal relación y el amor que se muestra por el animal elegido es casi siempre abrumador. En el fondo, incluso los niños ansiosos sienten el anhelo de experimentar esta relación con un animal.

Los padres pueden llevar con cautela a sus hijos por el camino correcto aquí. Paso a paso, por ejemplo, pueden acercarse juntos al animal al que el niño le teme. Si los miedos son muy fuertes, suele bastar al principio con mirar fotos o ilustraciones del animal.

Si el niño está listo, puede acercarse lentamente al animal desde una distancia segura. El propio dueño de la mascota debe saber sobre el miedo del niño y, por supuesto, tener a su pequeño querido con una correa o llevarlo en sus brazos. Protegido por los padres, el niño pronto puede atreverse a acariciar al animal. ¡El primer obstáculo ha sido superado!

En ningún caso los padres ayudan a sus hijos si evitan las situaciones que desencadenan los miedos. Quien toma un desvío para que el niño no tenga que pasar por un determinado terreno con un animal residente, o quien se abstiene de visitar amigos o conocidos porque hay una mascota, aumenta aún más los temores de la descendencia.

Porque en principio el enfrentamiento con el animal no es peligroso. Son los pensamientos al respecto y las acciones resultantes los que perpetúan estos miedos. Si los padres ahora apoyan el comportamiento de evitación de su hijo, inconscientemente sugieren: ¡sí, la situación es peligrosa! ¡Debes tener miedo!

Mascotas populares:

  • Perros
  • Gatos
  • Periquitos
  • Conejos
  • Hámster
  • Pez
  • Conejillo de indias

Aprender a entender el lenguaje de los animales.

Para superar el miedo, siempre es útil recopilar la mayor cantidad de información posible sobre la especie de animal que le teme al niño. Es importante entender su lenguaje corporal. Porque por la forma en que se comporta un animal, ya puedes saber si está bien dispuesto hacia ti o si es mejor mantener las distancias.

Un buen ejemplo aquí es el gato. Le encantan las caricias, pero si se encorva y comienza a silbar, es mejor dejarla en paz. De lo contrario, marcas de arañazos ensangrentados adornan las manos y los brazos… Por último, pero no menos importante, el niño tiene que entender que un animal es un ser vivo real y no un juguete de peluche de la habitación de los niños.

Si no lo dejas en paz, se defenderá solo. Y una vez arañado o mordido, por supuesto, tiene miedo de seguir tratando con el animal. Comprender el lenguaje animal puede ser muy útil para superar los miedos. Es una especie de medio de comunicación y por lo tanto indispensable al entrar en contacto con animales.


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