Para catalogar a un niño de hiperactivo, no sólo se toma en cuenta lo inquieto que sea, o su cantidad de energía, sino más bien su necesidad de estar todo el tiempo en movimiento, sin importar su etapa de desarrollo.
Si tu hijo es hiperactivo, ármate de paciencia, ya que no podrás coartarlo. Lo que más debe importarte es su seguridad. Respeta sus necesidades, fijándole al mismo tiempo normas que reorienten sus ganas de moverse, asegurando tu hogar.
Casa a prueba de todo
Cada esquina de tu casa debe ser segura. Para lograrlo, deshazte de cosas que puedan causarle daño y esconde lo que llame su atención, para que no trate de escalar muebles o abrir puertas o ventanas. Explícale los riesgos y las consecuencias de sus actos.
Cuando salgan o vayan de visita a otra casa, enséñale a quedarse tranquilo y disciplínalo con cariño para que evite conductas perjudiciales para él o para otros.
Redirige su inagotable energía
Como tu niño necesita estar en movimiento, canaliza esos impulsos hacia otras actividades que llamen su atención y lo entretengan.
Por otro lado, debes aceptar que tu hijo es más inquieto que otros y que no se quedará tranquilo tan fácilmente. Instrúyelo para que sea paciente si está en otro lugar o circunstancia en la que no se pueda mover con libertad. Premia sus esfuerzos con un rato en el parque para que corra y salte todo lo que quiera.
No lo presiones; un niño hiperactivo no va a sentarse a jugar en una alfombra todo el día. Si lo obligas, aumentarás su ansiedad. Una buena sugerencia es crear un ambiente especial para él donde pueda correr, saltar o trepar sin hacerse daño ni desordenarlo todo.