Lo que podemos aprender de nuestros hijos

Qué nos enseñan los niños

Todos deberíamos imitar la sencillez y espontaneidad de los niños, tomar en cuenta algunas de sus características y creer que pueden enseñarnos algo puede fomentar mejores relaciones con nuestros pares.

Una de las cosas que los niños no tienen son prejuicios. En el caso de los adultos, ser prejuiciosos nos lleva a tomar distancia y ser más críticos con los demás. Además, muchos adultos dejan de lado el afecto en sus expresiones, prefiriendo lo políticamente correcto a la cercanía.

Escogemos relacionarnos con aquellos más “inteligentes”, cuando en realidad la capacidad de expresión es más importante.

Algunas prácticas de los niños que podemos copiar diariamente son:

  • Ser uno mismo. No es necesario escondernos o pretender ser algo que no somos.
  • Siempre sonreír. Las rutinas y los problemas pueden hacer que olvidemos cuán bien nos hace reír. Ser positivos nos relaja y nos hacer ver las cosas con otros ojos.
  • Los niños sólo se preocupan por el presente y no se afligen por lo que pueda pasar en el futuro. Pensar en situaciones que no podemos manejar sólo nos estresa.
  • Confiar en los demás. No juzgan por las apariencias. Todos podemos imitar esta cualidad a fin de ampliar nuestro círculo con personas de otras edades, religiones, razas o estratos sociales.
  • Dormir siesta. Contribuye al bienestar general y permite estar relajado para enfrentar los desafíos del día a día.
  • Tomar riesgos. Dejar de lado los miedos puede llevarnos a realizar nuestros sueños y proyectos.
  • Ser preguntones. Tal como los niños no temen hacer preguntas o a la vergüenza de ignorar algún tema, nosotros podemos sentirnos libres de preguntar y de pedir ayuda si la necesitamos.
  • Perdonar. Aunque tengan problemas con sus amiguitos, los niños siempre perdonan o buscan la manera de arreglar las cosas.
  • Ingenuidad. Lo que nos permitiría ver las cosas de un modo más positivo y generoso.
  • Espontaneidad. Decir las cosas tal como son, sin tabúes, haría que viviéramos más felices y menos soberbios.

Aunque sean tan pequeños, dependientes, y los creamos frágiles, los niños son una escuela de saberes, experiencias y enseñanzas, de los cuales podemos adquirir cualidades inimaginables y útiles.

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