El éxito de la crianza depende en gran medida del equilibrio. No se puede tener a los niños bajo un régimen militar, pero es importante no dejarlos sin una rutina basada en una buena estructura.
Esta estructura es fundamental para ayudar a los niños a enfrentar y sobrellevar los cambios de cada etapa de su desarrollo, ya sea el jardín infantil, el colegio, etc. Una rutina bien fundamentada les proveerá la seguridad y protección que tanto necesitan, lo que a su vez, aumentará su autoconfianza.
Rutinas adecuadas y flexibles
Los pequeños necesitan reglas en su vida, pero esto no quiere decir que los padres sean intransigentes o demasiado estrictos. Lo que se necesita es una estructura que siga un criterio y que sea coherente, o sea, que día a día sea respetada por la familia.
Las reglas y normas permiten comprender los límites y desarrollan el autocontrol.
Esta cualidad es importantísima a medida que crecen, ya que aprenderán a ser pacientes, a esperar para que su trabajo dé frutos y a interactuar apropiadamente con otros.
Por poner un caso, si tu hijo sabe que cada día comienza con ciertas rutinas establecidas: vestirse, desayunar, lavarse los dientes y buscar su bolso para ir a clases; se acostumbrará a realizar estos actos hasta no necesitar que se lo recuerdes. Creará buenos hábitos, se hará más independiente y tendrá una mayor confianza en sus habilidades. Todo esto favorecerá su amor propio.
Rutinas que conectan
La estructura diaria debe incluir momentos especiales en las que conectes con tus hijos, a través de actividades que los unan. Una idea es leer con ellos sus historias favoritas o cantar las canciones que les gustan con toda la familia para luego acostarse.
Por otro lado, si debes establecer algún cambio en la estructura de tus pequeños – como un viaje por ejemplo – realízalo gradualmente para que sea más fácil de llevar. Si estás en otro lugar, trata de seguir las rutinas conocidas por ellos, en especial respetando los horarios a los que están acostumbrados.