¿Cómo fortalecer la relación de hermanos?

fortalecer la relación de hermanos

Seguramente al pensar en otro bebé, te imaginas a tus hijos jugando juntos y no la rivalidad que esto puede provocar. ¿Cómo fortalecer la relación de hermanos? En facemamá tenemos datos importantes.

Experto: Adele Faber, coautora del libro «Siblings Without Rivalry»

¿Cómo fortalecer la relación de hermanos?

Para fortalecer la relación de hermanos, debes saber que las peleas por los juguetes, las discusiones por quién se va adelante en el auto y las disputas a la hora de comer son lo más normal del mundo cuando hay 2 niños en casa. Ayudar a los niños a llevarse bien mientras crecen puede ser uno de los retos más grandes que enfrenten los padres. A continuación te damos algunas estrategias para manejar los conflictos entre hermanos y crear lazos que durarán toda la vida.

Deja que tus hijos se cuiden entre sí

Puede sonar raro, pero la geometría es una herramienta muy útil a la hora de establecer la base de una relación armoniosa. Muchas veces pensamos que la familia es como un triángulo en el que los padres son la cúspide, quienes dirigen a los niños. Sin embargo, un círculo familiar puede ser más equilibrado.

Existen muchas oportunidades para fortalecer la relación de hermanos: el mayor puede leerle un cuento al bebé, el más pequeño puede frotar la espalda del mayor antes de la siesta. Dile al más chico que le dé a su hermana mayor un beso cuando ella llora o, cuando uno de los niños tenga problemas con alguien o se sienta frustrado, puedes preguntarle al otro: «¿Cómo lo podrías ayudar?».

Respeta la individualidad de cada hermano

Puede ser más fácil decirles a tus hijos que los quieres por igual, pero en realidad a ellos no les gusta escuchar eso. «Ellos quieren saber que los amas de forma especial, no por igual», señala Adele Faber, coautora del libro «Siblings Without Rivalry» (Hermanos Sin Rivalidad).

  • Cada hijo debe sentirse valorado como un individuo. Puedes hacer esto encomiándolos específicamente: «¡Bien, te abrochaste la blusa tú solita!» o «Has limpiado el plato sin que te lo diga yo» o «Qué bueno que compartas tus dulces con tu hermana porque ella se siente bien».
  • Hay que vigilar la tendencia a la comparación. No hay nada más molesto para un niño que alaben a uno a expensas del otro. Por ejemplo, evita comentarios como: «¿Por qué no puedes vestirte como lo hace tu hermana?” o «Tu hermano se porta mejor que tú, ¡y eso que es menor!». Hasta las comparaciones elogiosas pueden generar hostilidad entre ellos. Si le dices: «Ya te vistes solo, estás tan grande, no como el bebé», podrías generar que el mayor se esfuerce siempre por ser mejor que su hermanito o que se sienta amenazado cuando éste crezca y haga lo mismo que él.
  • Evitar identificarlos con ciertos papeles. Como “el Cerebrito”, “el Tranquilo” o “el Difícil”. Son niños y, a medida que crecen, experimentan con múltiples papeles; si lo haces, corres el riesgo de que asuman ese rol para toda la vida y sientan envidia entre sí.

Para fortalecer la relación de hermanos, dale a cada uno la atención que merece

Es cierto que el recién nacido requiere muchísima atención, pero no debe acapararla toda. Procura dedicar parte del tiempo a estar sola con el mayor; puede ser al acostarlo o cuando quiera contarte algo. Gran parte de la rivalidad entre hermanos tiene que ver con la atención. Debes hacerle ver a tu primogénito que no ha sido sustituido y que sigue teniendo un vínculo especial contigo para que no se resienta.

Piensa en maneras de ayudarlo para que no se sienta relegado. Por ejemplo, si vas a darle pecho al bebé, puedes decirle: «Ahora tengo que alimentar al bebé, ¿quieres sentarte a mi lado para que te lea algo o prefieres descansar?». Así le demuestras que también te interesan sus necesidades.

Otro buen consejo para fortalecer la relación de hermanos es que a veces pienses en él antes que en el bebé. Por ejemplo, si estás vistiéndolo y el bebe llora, en vez de decir: «Espera un poco que el bebé está llorando», puedes decirle al bebé: «Aguarda un minuto, mi pequeño, ahora tengo que atarle el zapato a tu hermano, porque se va al colegio». El bebé puede esperar unos cuantos minutos y tu primogénito verá que él también es prioridad algunas veces.

Acepta el conflicto, no lo reprimas

Por más que trates de impedirlo, algunas veces tus hijos pelearán. Esto es normal y debes asumirlo para que no te frustres. Esperar que tus hijos se quieran y se apoyen el uno al otro siempre, te generará expectativas poco realistas, en ti y en los niños. Ayúdales a entender que es normal enojarse de vez en cuando con las personas que amamos, pero que esto no significa que no los queramos. Así, no se sentirán culpables al enojarse, y podrán aprender a encontrar maneras positivas de expresar los sentimientos y solucionar los conflictos.

Escucha sus quejas y reconoce lo que les preocupa

La autora señala que su consejo más importante es sobre escuchar las quejas que un hermano tiene contra otro y tomarlo en cuenta. «Lo mejor que puedes hacer es escuchar a cada hijo con respeto y luego animarlos a que se escuchen entre sí».

Puede que al hacer esto, te sientas tentada a hacer de:

  • juez: «Siempre abusas de tu hermanita»
  • jurado: «Apoyo al bebé porque le quitas todos sus juguetes»
  • carcelero: «Hasta que aprendas a compartir, ¡castigado a tu pieza!»

Pero el secreto para fortalecer la relación de hermanos es que dejes que sean ellos quienes resuelvan el problema. Simplemente escuchar al pequeño y comprender sus sentimientos reduce su resentimiento, ya que se da cuenta de que lo apoyas. No tienes que estar de su lado, sólo ser una mediadora serena que escucha ambas versiones y hace que ambos se sientan comprendidos.

Ayúdalos a manejar su ira

Cuando hay un conflicto grave, muchos papás asumen que la culpa la tiene uno de los hijos y que el otro es la víctima. Esto hace que se tome partido por 1 de los 2 y que se cree resentimiento. Por el contrario, la mejor manera de intervenir es encontrar un medio de apoyar a los 2. No olvides que si un niño se comporta agresivamente es porque se siente infeliz; por lo que si uno de tus hijos le pega al otro, probablemente esté diciendo: «Me siento frustrado y no sé cómo decirte lo enojado que estoy».

Si la discusión se convertido en pelea, sepáralos y diles que no puedes permitir que se hagan daño. Luego, dales un momento para que se tranquilicen. Entonces, pídeles que expresen su frustración de una manera positiva.

Pasa del conflicto a la reconciliación

Coopera con tus hijos para que identifiquen sus sentimientos («¡suenan muy enojados!») o deseos («veo que te encantaría jugar con ese camión de bomberos»). Luego, puedes guiarlos para que encuentren una solución pacífica a su pelea («¿por qué no juegan a que hay un incendio y lo apagan juntos?» o «¿pongamos el reloj para que juegan por turnos con el camión de bomberos?»).

Si tu bebé aún no habla y trata de expresarse con patadas y gritos de rabia, puedes poner voz a sus sentimientos: «Te enojó mucho que tu hermanito te derribara los bloques de lego ¿Busquemos un lugar donde puedas jugar con ellos para que no vuelva a pasar?».

Cuando tus hijos discutan recuérdales lo más importante: que la familia dura toda la vida. Una cosa que nunca puedes quitarles a tus hijos es su historia compartida. «Nadie compartió esos años en esa casa con esos padres, esos hermanos y esas mascotas. Eso será de ellos para siempre. A partir de ahí pueden formar un vínculo muy fuerte».

Las mejores respuestas para las quejas de los hermanos

Estas son algunas sugerencias de Adele Faber para responder inteligentemente a las quejas de los niños y fortalecer la relación de hermanos:

  • «Por qué vas a tener otro bebé? Yo no quiero a nadie más»:
  1. En lugar de decir: «Verás cómo quieres al bebé. Vas a tener a alguien con quien jugar».
  2. Considera decir: «¿Eso es lo que sientes? Cuéntame más. Luego te diré que tú siempre serás mi único y queridísimo hijo mayor».
  • «¿A quién quieres más?»: 
  1. En lugar de decir: «Los quiero a los dos igual»
  2. Considera decir: «Esa es una pregunta muy difícil porque los dos son especiales para mí. Los quiero a cada uno por ser como son».
  • «¡Ga, ga, gu gu … ua, ua … mamá!»: 
  1. En lugar de decir: «Deja de comportarte como un bebé. Ya eres un niño grande».
  2. Considera decir: «¿Quieres jugar a los bebés? Ven, siéntate en mis rodillas para que te acune».
  • «Siempre le prestas más atención a ella que a mí»: 
  1. En lugar de decir: «¡Eso no es verdad! Te presto atención constantemente».
  2. Considera decir: «¿Te gustaría pasar más tiempo conmigo? A mí también me gustaría pasar más tiempo contigo. ¿Quieres que juguemos los dos solos más tarde?»
  • «¿Por qué siempre te pones de su lado?»:
  1. En lugar de decir: «Yo no me pongo siempre de su lado, pero a veces tú te comportas muy mal con tu hermanito».
  2. Considera decir: «¿Eso crees? ¿Por qué no me ayudas a entender mejor lo que sientes para que pueda ser justa con los dos?»
  • «Odio a mi hermana: 
  1. En lugar de decir: «No es verdad; quieres a tu hermana».
  2. Considera decir: «Algo de lo que ha dicho o hecho tu hermana te ha enojado mucho». 
  • «Me gustaría que este bebé no hubiese nacido nunca»: 
  1. En lugar de decir: «¿Cómo puedes decir algo tan desagradable de tu hermanito?».
  2. Considera decir: «Algunas veces sí que te gusta el bebé, pero ahora no lo quieres aquí. Yo sé que los bebés pueden ser muy molestos a veces, pero cuando sea más mayor y puedas jugar con él te encantará».
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