Para los seres humanos, el disculparse y reconocer los errores es algo difícil. Para los niños puede ser un reto, pero si se les enseña desde pequeños, podrán mejorar a este respecto.
Buscando la razón de su negativa
Si el niño no quiere disculparse, puede deberse a que no entienda todavía los conceptos del bien y el mal. Por lo tanto, no tienen claro que han cometido algo malo y no ven la necesidad de pedir disculpas.
Otra razón puede ser que sientan que son las víctimas de la pelea y por lo tanto esperan que sean los otros los que se disculpen. Y una razón muy común es el orgullo.
Si tu hijo tiene la capacidad de entender, explícale con tacto que, sin importar quien haya empezado la pelea, es importante hacer las paces para conservar las amistades. Puedes hacer que se enfoque en los aspectos positivos de la relación con sus hermanitos o amigos, para que olvide el conflicto en sí y quiera volver a jugar con ellos.
Si tu hijo es pequeñito, puede que no sea necesaria una disculpa, generalmente las cosas se arreglan solas después de unos minutos. Pero si se trata de niños más grandes, puede que un simple “perdón” no baste.
Cómo motivarlo a pedir perdón
Si a tu hijo le cuesta decir las palabras “perdóname” o “lo siento”, ayúdalo a encontrar otra manera de expresarse, como decir “no me gusta estar enojado contigo, ¿podemos volver a ser amigos?”.
También puedes moverlo con tu ejemplo. Si los niños ven que sus padres se disculpan y admiten sus errores cuando los cometen, tendrán una mejor actitud hacia pedir perdón o restablecer las relaciones cuando éstas se rompan.
Por otro lado, si los pequeños crecen en un ambiente familiar en el que nadie se disculpa con los demás, será muy difícil que ellos puedan hacerlo en el futuro. Por eso, es tan importante que aprendan a hacerlo de chiquititos.