Es fundamental el afecto entre padres e hijos, ya que establece un vínculo bueno o malo que va a permanecer para toda la vida. Por eso es tan importante crear y construir día a día un amor indestructible, lleno de protección y dedicación.
El amor a nuestros hijos nace de manera natural y en muchos casos no es necesario tener grandes manifestaciones de cariño, sin embargo, muchas veces este amor se ve empañado por el día a día y al igual que los adultos, los niños también necesitan las muestras de afecto, atención y apoyo.
Ambos padres deben mostrar su amor, porque es una tarea de dos la de proteger y cuidar del niño, si la madre trabaja deberá delegar las tareas a una persona responsable, muchas madres sienten culpabilidad al tomar la decisión de salir al mercado laboral pero esto no significará en ningún escenario falta de amor para con sus hijos; todo lo contrario, si una madre se siente feliz consigo misma, esto le permitirá criar a niños más seguros y con pasión hacia sus metas.
La sobreprotección
Hablar de amor a los hijos en muchos casos se confunde con la sobreprotección, un comportamiento controlador e impulsivo que no permite el desarrollo y comportamiento natural de un pequeño, comunicarle los peligros de la vida y educarles para saber actuar en momentos difíciles es lo ideal. Como padres nuestra tarea recae en reforzar las aptitudes de nuestros hijos y guiarlos por el sendero que pensamos será el mejor para ellos, sin embargo al entender que no nos pertenecen, en algún punto de sus vidas muy probablemente no estarán de acuerdo con nosotros; pero ahí estaremos brindándoles el amor que necesitan.
Para que el amor entre padre e hijos exista, tiene que haber un tiempo compartido en el que los hijos se sientan queridos e importantes para sus padres. Estos momentos únicos pueden lograrse a través de actividades sencillas, como juegos, ir a cine, o salir de vacaciones. Esta es la mejor forma de convertir el amor en: tiempo de calidad.
