Varias veces se ha comprobado que el desarrollo cerebral de un niño depende tanto del aspecto genético como del medio ambiente, además, siendo el último un factor condicionante para el resto de la vida.
¿Cómo se desarrolla el cerebro del niño?
Si bien un bebé nace con el n° total de neuronas, el proceso de interconexión de éstas se desarrolla después del nacimiento. Por esta razón, el cerebro crece tan rápidamente durante los primeros meses de vida; a los 6 meses ya pesa el doble y a los 18, alcanza el 80% del definitivo.
Al momento de nacer pesa aproximadamente 350 gramos; a los 14, 900 gramos, y a los 5 años ya ha alcanzado el 90% de su peso definitivo. Esto quiere decir que durante el 1° y 2° año de vida el cerebro crece a una velocidad impresionante por minuto, no porque se estén multiplicando sus células, sino porque su estructura se está organizando para llegar a desarrollar su compleja actividad.
Durante este período se establece el proceso de interconexión neuronal: un sistema extraordinariamente complejo, indispensable para permitir el rápido envío de información que pasa de 1 a otra parte del cerebro.
Factores que influyen en el desarrollo cerebral
El medio ambiente influye mucho. La nutrición y los diversos estímulos ambientales (cognitivos, sensitivos, verbales, afectivos y motores) modelan el cableado cerebral.
Se condiciona, de esta manera, la expresión del potencial genético, sea para bien o para mal. Durante los primeros años de vida, las experiencias negativas pueden dejar daños permanentes que se relacionan, entre otras cosas, con dificultades de aprendizaje.
El correcto establecimiento de estas conexiones es vital para el proceso de aprendizaje:
Si un niño comienza su proceso de aprendizaje tempranamente (de 1 a 3 años), la actividad cerebral preponderante se radica en el hemisferio izquierdo. Si este proceso empieza entre los 3 y los 6 años, es posible observar actividad en el hemisferio derecho, siendo la distribución bilateral más marcada entre los 11 y los 13 años.
Los avances de la química cerebral y las nuevas tecnologías han permitido comprender lo complejo del proceso cerebral y cuán vulnerable es a factores ambientales.
Una mala alimentación impacta en el correcto cableado cerebral, así como un ambiente negativo dificulta el proceso de cableado, lo que se traduce en un impacto duradero. Debido a esto, se ha puesto énfasis en la necesidad de un cuidado y un ambiente favorable durante los primeros años de vida.