Defender o no defender a los niños víctimas de abusos por sus amigos es un tema de debate entre muchos padres. Es muy usual que los niños se peleen al jugar, y que expresen sus frustraciones con golpes. A veces, se trata de una manera de expresarse que copian de alguien más.
Si el mal comportamiento se repite o tiene consecuencias peores que un simple empujón, es porque algo va mal en su ambiente de aprendizaje.
¿Hay que intervenir?
Si no se corrige la agresividad en los pequeños, se corre el peligro de dar un mensaje sobre la comunicación muy equivocado. Los padres tienen el deber de rectificar esas conductas.
Hacer oídos sordos frente a una agresión trasmite la idea de que el comportamiento no es malo y, por otro lado, no provee un ambiente de seguridad para el niño víctima, ya que no siente que es defendido ni protegido.
La labor de un adulto al encontrarse con una pelea de niños es doble: comunicar al agresor que no está comportándose bien y que no se aprueba su conducta, y amparar a quien sufre el abuso, enseñándole a evitar esos encuentros.
Los padres deben ser los modelos a seguir por los niños, por lo que en el hogar debe reinar el respeto, la comunicación y la tolerancia. Siempre se debe intervenir, nunca permitir una mala acción que pueda afectar a los demás. Se debe procurar encontrar una solución mostrando empatía y comprensión para que el conflicto se sane.
Recomendaciones
Si queremos buscar soluciones a un problema, antes hay que formularlo claramente. En el caso de que tu hijo golpee o grite a otros niños debes preguntarte ¿Qué puede estar ocurriendo en el niño agresor realmente?, ¿El niño ve agresión en algún lugar que lo lleva a copiar la conducta?, ¿Qué se puede hacer ante esta situación?
Es sumamente importante que conozcamos el origen real que hace que se desencadene esa agresividad en el niño. Esto ayudará a atacar el problema desde la raíz.