Las emociones de los niños son únicas, por ende, la actitud que tomarán en casos de riesgo son inesperadas o dependerán exclusivamente del entorno. Si estamos en presencia de un desastre que de cierta forma no fue percibida por el niño, no reaccionará a menos que sea expuesto a imágenes o emociones de terceros que lo hagan tener una leve respuesta.
Se ha comprobado en diversos estudios que los niños de 3 a 5 años reaccionan a la preocupación que le transmitimos los padres o adultos con quien tengan algún tipo de apego emocional, que nosotros estemos controlados ante cualquier desastre natural o humano (temblor, incendio, terremoto huracanes, ataques terroristas, disturbio callejeros) le permitirá a los chicos ver y entender la situación con un tanto de raciocinio y los dejará actuar a tiempo.
Hablarles a nuestros hijos sobre catástrofes es complicado, pero afortunadamente los niños tienen una capacidad de intelecto que la mayoría de las veces los hace reaccionar mejor que a un adulto, por eso y ante la presencia continua de desastres naturales es importante que ellos estén preparados sobre todo si se encuentran en la escuela.
¿Qué deben hacer los niños y sus maestros ante el alerta de un sismo?
Antes:
- Cada salón de clases debe formular y elaborar un plan de gestión frente a emergencias y sismos.
- El ambiente escolar (aulas, pasillos, bibliotecas, salones de pedagogía y lectura, puertas y ventanas) debe tener libre acceso que no impida el paso de personas.
- Mantener las aulas y/o salones ordenados.
- Identificar rutas de evacuación en toda la escuela.
- Tener a la mano la lista de asistencia diaria.
- Incentivar a los niños a participar en simulacros.
- En el aula de clases, en oficinas y biblioteca escolar debe estar un botiquín de primeros auxilios.
- Formar brigadistas escolares.
Durante:
- Mantener la calma y evacuar (abandonar el aula de clases) siguiendo las instrucciones de brigadistas o profesores.
- De no poder salir del aula de clases, los niños y profesores deben ser ubicados en las áreas identificadas como «zona segura».
- Los niños deben mantenerse alejados de repisas u objetos que tengan vidrios o puedan caer encima de ellos.
- Al salir, que todos vayan por la ruta de evacuación identificada previamente y bajo la dirección de la persona autorizada (profesores o brigadistas).
Después:
- Lo más importante es no volver al aula de clases hasta que la edificación sea supervisada.
- Los profesores deberán comunicarse con los padres de los niños, según la lista de asistentes ese día.
- Evitar colapsar los teléfonos con llamadas a menos que sea una emergencia (usar mensajes de textos).
- No estar cerca de edificaciones.
- Evitar el contacto con cables eléctricos.
Si el niño presencia este tipo de situaciones es posible que muestre señales de «regresión», va a mostrarse ansioso, llorará por cualquier cosa, actuará como si tuviera menos edad y estará más dependiente de su figura de apego, algunos presentarán problemas de incontinencia y trastornos de sueño.
Ante estas actitudes debemos mantener cerca a nuestros hijos, que se sientan seguros, hablarles de forma dulce y fortalecer el contacto físico, siempre alerta ante las nuevas conductas que pueda adquirir post-sismo. La trabajadora social y colaboradora en servicios para desastres de la Cruz Roja Americana en Virginia Bev Clayton explicó que: «los niños sienten que en esos momentos no tienen ningún control sobre sus vidas, y cuando ven que sus padres actúan como si tampoco lo tuvieran, se asustan mucho”. Nuestros chicos estarán ansiosos y nosotros debemos socavar en ellos la necesidad de ver un lugar más seguro, aunque estemos nerviosos lo ideal es darle protección a nuestros hijos.