Los niños y la maravillosa perspectiva con la que sus ojos ven el mundo. No hay tabúes, ni estereotipos, ni doble moral. No hay nada de esas cosas que inundan la vida y la visión del mundo adulto.
Deberíamos aprender más de su inocencia y pureza y de la forma que tienen de percibir la vida y las cosas cotidianas del día a día. Ellos no los demuestran continuamente y siempre digo que los niños son los mejores maestros que los mayores podemos tener.
A continuación una breve historia de una madre común y corriente y el modo en que su hijo ve al mundo:
La empatía de los niños
El pasado curso escolar cambiamos a mi hijo mayor de colegio. Los días previos al inicio de curso él se mostraba nervioso pero nada comparado con lo que yo sentía. Tuve insommnio durante varias noches y en mi cabeza siempre resonaban las mismas preguntas «¿estaremos haciendo lo correcto?», «¿se adaptará bien?», «¿lo pasará mal?»…
El primer día de cole llegó y en la fila, ante un montón de niños desconocidos, mi hijo se puso a llorar. Y yo no pude soportar el nudo que llevaba días ahogándome y me derrumbé con él. Me puse a su altura buscando las palabras adecuadas para decirle cuando, de pronto, me vi rodeada por un montón de niños.
No hicieron falta mis palabras. Un peque se acercó al mío y dándole un fuerte abrazo le dijo: «¿Sabes jugar al fútbol? ¿Quieres jugar con nosotros en el recreo?». Y así empezó todo. Mi niño se secó las lágrimas con el dorso de la mano y minutos después estaban correteando juntos, sin saber ni siquiera sus nombres.
Me fui de allí con el corazón lleno e invadida por la bondad, la empatía y la pureza de unos niños que me habían dado una gran lección, dejando atrás los miedos y falsas creencias que me habían martirizado durante semanas.
Diversión en las cosas sencillas
Una de las cosas que más me gusta de los peques es la capacidad que tienen de encontrar magia, diversión e ilusión en las cosas más sencillas. Muchas veces los adultos nos complicamos la vida buscando planes inolvidables, fiestas de cumpleños espectaculares o juguetes sofisticados que les sorprendan.
¿Cuántas veces habremos pensado en cómo entretenerles en casa un sábado lluvioso y frío?. ¿Cuántas veces habremos creído que ir al supermercado con ellos les iba a aburrir?. ¿Y cuántas vueltas le habremos dado a su fiesta de cumpleaños buscando hacerla espectacular?
Los peques no necesitan esas cosas. Son personitas tan sencillas y auténticas que se conforman con besos, cosquillas y abrazos; con un cuento antes de dormir, con canciones y bailes en compañía de mamá o papá o con un disfraz improvisado mientras interpretan una obra de teatro.
Hace unos días ví este vídeo en Youtube que me emocionó mucho porque muestra de manera sensible y realista cómo los niños disfrutan de la vida de una forma muy diferente a como lo hacemos los adultos.