A veces nos preocupamos mucho por la felicidad individual de nuestros hijos, más cuando son únicos, sin embargo, es importante enseñarles desde pequeños en valor de compartir con los demás. Sobre todo entre los 3 y 4 años, cuando comienzan a experimentar el proceso de la sociabilidad.
Para que nuestros chicos tengan una vida más feliz y plena es necesario criarlos siendo niños generosos, compasivos y empáticos y son precisamente estas virtudes las que harán que sea en la edad adulta, una persona generosa con una vida integral.
Niños generosos y sociables
- Entre los tres y/o cuatro años, los niños viven un proceso que se caracteriza por mostrarse y ser más sociables.
- En esta etapa, las amistades cobran importancia y las actividades grupales, se vuelven el pasatiempo favorito.
- Esto significa que el pequeño tendrá momentos de generosidad, tomará turnos en el columpio o compartirá sus galletas.
- No obstante, estos actos no serán consistentes y no siempre ocurrirán cuando los padres queramos.
¿Qué esperar a esta edad?
- Afortunadamente esta inconsistencia es normal.
- Los niños que están en una edad preescolar todavía piensan primero en sí mismos, y le dan gran valor a las posesiones materiales; por eso es que no las comparten tan fácilmente.
- En ocasiones muestran momentos de generosidad, y si se les reconoce cuando lo hacen, puedes animarlos a repetir este comportamiento con más frecuencia.
- Un buen comienzo es centrarse en compartir.
¿Cómo hacer que nuestros hijos sean generosos?
- Demostrar generosidad.
- Enseñar mediante el ejemplo es una de las mejores maneras de influir en el comportamiento de un niño.
- Una buena forma de hacerlo es durante la hora de comer, preguntarles: “¿Quieres un pedazo de mi sándwich? Déjame que lo comparta contigo”.
- Compartir una actividad entretenida también dejará huella en el niño: “Estoy regando las plantas; ven y comparte esto conmigo”.
- Así que cuanto más se utilice la palabra “compartir”, en menor tiempo, se aprenderá lo que significa.
¿Cómo enseñarlos a empatizar con otros?
Cuando se habla de las necesidades y deseos de otras personas, se le está enseñando al niño que él no es el centro del universo. Por tanto si dice: “¡Quiero helado de frutilla!” en el supermercado, se le puede responder: “Bien, eso es lo que tú quieres.” Ahora ¿qué crees que le gustaría a papá?, ¿qué le podemos llevar que le guste?”.
Si se le enseña al niño que compartir puede ser algo temporal, tendrá una sensación positiva cuando sepa que le puede permitir a un amigo que juegue con su juguete y que luego lo tendrá de vuelta. Al niño hay que mostrarle la desaprobación que genera en otros y, en especial, en sus padres, si lleva a cabo prácticas egoístas.