Los niños desobedientes no contestan cuando lo llaman, no hacen sus obligaciones y dejan las cosas para el final. Estas reacciones terminan desesperando a los padres quienes como respuesta ponen un castigo.
Los niños desobedientes se vuelven indisciplinados en corto tiempo. A veces el problema puede ser por un estilo educativo inadecuado, hay personas que confunden a la familia con un ejército.
¿Qué puede ocasionar un mal comportamiento?
- No siempre hay que situar la causa en el hijo. A veces el problema se origina por un estilo educativo paterno claramente inadecuado en el que se exige al hijo una obediencia ciega.
- Algunos padres confunden su familia con un ejército en el que hay que dar órdenes que han de cumplirse inmediatamente y sin rechistar.
- El injustificable abuso de la autoridad tiene consecuencias nefastas. Los derechos del hijo se atropellan y el desarrollo de su personalidad se suspende.
La reflexión sobre la dinámica familiar permite advertir aspectos que cabe mejorar para corregir la conducta infantil: poca comunicación con el hijo, exigencias desmesuradas, escaso reconocimiento de los logros del niño, etc. Por debajo del comportamiento inadecuado del niño hay un mensaje que conviene desvelar y que muchas veces tiene que ver con una demanda inconsciente de atención.
Acuerdo entre los padres para educar al hijo
Es frecuente que uno de los progenitores, cuando no los dos, adopte una actitud laxa y consentidora ante los caprichos y transgresiones del niño. Por no contrariar al hijo, se incurre en complicidad reforzadora. En otras ocasiones, la actitud predominante es rígida y sancionadora. A veces la conducta negativa se magnifica, hay reproches entre los cónyuges y se opta por actuaciones precipitadas y cambiantes que generan desconcierto en el niño y, desde luego, no producen los efectos deseados.
El acuerdo y la armonía entre los progenitores constituyen un punto de partida necesario para la estabilidad conductual del niño, pero se precisa igualmente implicar a los hijos en cuanto concierne a su comportamiento. Si se decide, por ejemplo, establecer un conjunto de normas, tareas y tiempos, es absolutamente conveniente que, a medida que el niño crece, participe en el establecimiento de dicho código de deberes; de otro modo lo vivirá como una imposición contra la que ha de revelarse.
Dialogar con el niño desobediente
Un resorte educativo fundamental del que no cabe prescindir es el diálogo. Favorece la comprensión entre padres e hijos, permite estimular la reflexión del niño y contribuye a que las reglas se cumplan por su valor para la convivencia.
Aunque la comunicación familiar no ha de ser algo reservado a momentos difíciles, lo cierto es que constituye uno de los canales más apropiados en situaciones en que se quiere promover un cambio concreto.
Con frecuencia, el establecimiento de un plan de acción conjunto resulta mucho más efectivo.