El camino al éxito en un deporte competitivo son numerosos los factores que pueden echar por tierra ilusiones y años de trabajo y disciplina. Muchos padres sueñan con ver a sus retoños convertirse en deportistas destacados y ojalá de elite, sin embargo a veces esa ilusión no basta, porque es necesario conocer bien cuáles son sus verdaderas capacidades para tomar la decisión de apoyarlos en este camino.
¿Cómo reconocer si nuestros hijos podrían transformarse a futuro en profesionales del deporte?
“Son principalmente elementos muy sutiles en la conducta y estructura cognitiva, como por ejemplo que respeten las reglas y la actividad que desempeñan, que exista un grado de esfuerzo y compromiso por parte del niño para lograr lo que desea, como puntualidad, perseverancia, adaptación a las situaciones, entre otras”, señala el Psicólogo Deportivo de la carrera de Técnico Deportivo de la Universidad del Pacífico, Franco Suchetti.
El experto agrega que además de tener metas u objetivos por conquistar, se requiere que el niño aprenda a entretenerse y a compartir la cultura del deporte elegido. “Pueden ser principios a nivel formativo en un comienzo, y a nivel competitivo una vez dominados los básicos, en los cuales se avanza en la distinción de otras cualidades a nivel emocional, de lenguaje y de conducta. Es importante que disfruten jugando, a través de habilidades motrices y funcionales”, indica.
En este sentido, no hay una edad ideal para integrar a los niños a una preparación para el deporte de competencia. “En algunos, las habilidades se presentarán desde los primeros pasos, mientras que otros las desarrollarán a través de su niñez, juventud o adultez. Ahora, para integrarse a alguna selección, por lo general el deportista debe pasar por una serie de competencias a nivel regional y nacional, y federaciones que tienen sus reglas para ingresar al ranking, y es posterior a esto que se puede ingresar a la elite del país como seleccionado de la nación”, acota el profesional.
El psicólogo manifiesta que, aunque sea obvio, para pasar a etapas más competitivas es necesario el consenso entre el cuerpo técnico y los padres. “Ambos deberán actuar en forma responsable y sin olvidar que aún estamos frente a un niño que estará estructurando su identidad y que necesitará que lo orienten en las habilidades necesarias para su desarrollo como deportista”, aclara.
Como primera recomendación, Franco Suchetti plantea que es una decisión que no se debe tomar a la ligera, que los padres deben evaluar seriamente todos los aspectos y ser conscientes del rol que quieren cumplir, el que debe ser siempre desde el afecto o amor. “El rol de los padres en el deporte a nivel formativo es apoyar el aprendizaje de habilidades, conductas, valores y principios básicos para el óptimo desarrollo de cada etapa del niño, que le permita tener cimientos sólidos para su formación”, precisa.
“Puede suceder que se quiera ser un padre-entrenador, padre-hincha o querer colocarse la camiseta con otro rol que no es de gran aporte en el desarrollo de aprendizajes significativos para el pequeño y que dificulta el trabajo del equipo técnico en el cumplimiento de una misión comprometida”, advierte el Psicólogo Deportivo.
En esta tarea para lograr desempeñarse como un deportista, hay ciertos hábitos que deben fomentarse. “El niño o niña requiere adquirir una serie de hábitos desde sus inicios en la disciplina, desde lo más sencillo, como armar los bolsos o llevar líquidos para hidratarse adecuadamente, así como hábitos más complejos como la atención mantenida o manejo de la ansiedad. De esta manera se va construyendo conjuntamente la identidad del individuo”, explica el académico de la Universidad del Pacífico.
Es sabido que este camino no siempre es fácil, porque los niños pueden perder la motivación o no tomarse en serio esta labor. Por ello, el psicólogo deportivo remarca la necesidad de brindar apoyo a través de una relación sincera y construida desde el afecto. “El cariño será el motor que permita relacionarse de forma significativa con el deporte, entregándole valor a lo que se hace y posteriormente será el equipo donde practique la actividad el cual lo apoyará en el desarrollo de sus cualidades, valores deportivos y en disfrutar”, añade.
En este punto, el experto aconseja no hablar de trabajo. “Ello, porque le entregamos una connotación que no debe ser. Pienso que el concepto es diversión y no tiene que ser clasificado como trabajo”, precisa.
Por lo mismo, menciona algunas claves para mantener a los niños motivados. Puede ser muy motivador participar de un grupo que contenga una identidad propia, que permita que el deportista se identifique y sienta una relación que le otorgue valor social más allá del núcleo familiar, con principios símiles a la familia, club y amistades. Otra forma de motivar es mediante el juego y el vínculo que se crea por medio de este. También el sentirse respaldado y apoyado por la familia y que ésta colabore con los objetivos que se propone el deportista, sin establecer una presión de logro, puede ser un factor de gran motivación. La claridad del mensaje que los padres desean transmitir también puede ser un factor motivador, así como tener padres comprometidos, que se vinculen en la actividad de una forma real, respetando los principios que se vivencian.
Compromisos más allá del deporte
Muchos deportistas deben sacrificar tiempo libre, una vida “normal” en lo escolar e incluso el poder vivir en su propia ciudad o país. En estos casos, vuelve a ser relevante el consenso entre padres y entrenadores. “Los límites deben ser establecidos de forma consensuada entre los padres, el club deportivo y los deseos que tienen los niños y niñas, siempre teniendo claro cuándo se comienza a dañar a los niños a nivel físico o metal por exigencias mayores a la capacidad de tolerancia permitida por ellos. Este daño puede producir la sensación adversa en el deseo deportivo y terminar extinguiendo la pasión por el deporte que práctica”, advierte el psicólogo deportivo de la U. del Pacífico.
Por lo mismo, también plantea que es bueno considerar en estas decisiones el deporte que se practica, ya que a nivel de exigencia, a medida que se aproxima al alto rendimiento, se requerirá un desempeño sistemático durante la semana, meses y años, según sea el caso.
En estos procesos, puede surgir la clara necesidad de cambios en cuanto a la formación escolar. “Deberá evaluarse cada caso. En algunos, podrán sostener las actividades de estudios, y en otros casos se buscará una orientación sólo a lo deportivo, pero de igual forma se deben trabajar y desarrollar otras habilidades mentales. Por ello, los colegios para deportistas son una buena herramienta para que los chicos terminen los estudios y amplíen parte de su foco de conocimiento. También están los exámenes libres y, posteriormente, en las universidades se ofrecen becas para algunos deportes”, anota.
Para decidir la asistencia a este tipo de colegios, el experto deportivo recomienda tomar una decisión consensuada entre el niño y los padres, y también pedir la opinión de personas del staff técnico o de un profesional de la psicología deportiva. “La idea es ampliar la observación que se está realizando y así tomar la mejor decisión para el deportista. El momento tendrá sus primeras señales cuando el niño desee comprometerse en un sueño con metas establecidas principalmente por él y compartidas por la familia y los demás actores, teniendo en claro los que significa llegar a este alto nivel”, indica.
Claramente cada caso debe evaluarse de manera particular. “Será bueno cuando el colegio sea un espacio que potencie las habilidades e identidad del deportista. Sería malo si la enseñanza que se entrega no aporta a la cualidades y estructura como deportista ni como persona”, concluye el Psicólogo Deportivo de la carrera de Técnico Deportivo de la Universidad del Pacífico, Franco Suchetti.