Cuando los bebés comienzan a hablar, nos regocijamos con sus expresiones particulares, en ese “idioma” tan especial. Pero para enriquecer su vocabulario, debemos evitar repetir las palabras mal pronunciadas, ya que podríamos entorpecer su proceso lingüístico.
Los padres no deben reproducir los errores de pronunciación o sintaxis de los pequeños, por muy graciosos que estos resulten ser. Si se deforman las palabras, no se logrará que el niño progrese en su camino hacia un buen dominio del lenguaje. Desde un principio, deben respetar la estructura de las frases: sujeto + verbo + complemento. Si bien deben ceñirse a expresiones simples y no utilizar palabras muy complicadas, esto no quiere decir que se deba hablar el “lenguaje de los bebés” con ellos. Para enseñarles las fórmulas correctas, se pueden aprovechar las canciones o cuentos infantiles, de modo que aprendan jugando, lo que los estimulará aún más.
La articulación de las primeras frases
A partir de los 2 años, un niño es capaz de asociar 2 o 3 palabras para formar una frase que exprese su pensamiento. Por ejemplo, será capaz de decir “papá ido” cuando quiera expresar que su papá se ha ido. O “popó bebé”, para señalar que es hora de cambiar su pañal. Durante este periodo, el desarrollo del lenguaje indica que su capacidad de expresión va progresando a ritmo constante.
Dominan en esta etapa las frases “telegráficas”, sin mayores complejidades, como “quiero dulce”. Para negar, suelen comenzar las frases con la palabra “no”, como por ejemplo “no ñam ñam”. Y para preguntar, puede utilizar la palabra qué, entonando la frase como una interrogación. Gradualmente, pasará de la simple yuxtaposición de 2 palabras a un enunciado correcto. Así, la expresión “polón Tatán» pasará a ser “pantalón de Tatán», luego “pantalón mío”, para finalmente decir “mi pantalón”.
Aproximadamente a los 2 años y medio, predomina el pronombre personal en primera persona, ya que todo lo relaciona consigo mismo. Utilizará mucho la palabra “yo”, marcando un hito en su evolución. También empezará a usar otros pronombres personales, como “tú”, “él” o “ella”.
A medida que pase el tiempo, serán más complejas las palabras y conceptos, incorporando “vosotros”, “nosotros”, o formas diferentes como “me”, “te”, etc. Respecto al uso de preposiciones y adverbios, la mayoría de los niños pequeños utilizan primero las preposiciones que indican posesión, como “de”, “para” o “mi” y, posteriormente, los adverbios de lugar, como “aquí” o “allí”. Más tarde, asimilan los adverbios de tiempo, como “antes”, “después” y “luego”.
Señales para consultar a un especialista
El ritmo de adquisición del lenguaje depende de cada caso y no ocurre a la misma velocidad en todos los niños. En el primer año domina el balbuceo, luego, entre los 12 y los 18 meses, se observan los progresos antes mencionados. Sólo es motivo de preocupación si notas que el niño no se interesa en hablar o se limita a unas 2 o 3 palabras, sin comprender, al parecer, lo que se le dice. En ese caso, consulta con un especialista para que evalúe otros ámbitos de su desarrollo y realice algún examen auditivo para descartar problemas de ese tipo.