Ser madre es una de las experiencias más gratificante y hermosa que puede vivir una mujer y el desempeñar esa labor es muy importante para todos.
Cuando una mujer se convierte en madre por primera vez no se le entrega un manual de cómo desarrollar o desempeñar ese rol y por eso en muchas ocasiones no saben cómo reaccionar ante cualquier situación que se les presente.
Sin embargo cada mujer va aprendiendo a medida que va pasando el tiempo y va experimentando momentos únicos con ese ser maravilloso que ha traído al mundo. Muchas veces el comportamiento de estas es una respuesta al de sus hijos y otras es por la experiencia vivida con sus propios padres.
Jóvenes
Por lo general cuando las madres son jóvenes y permanecen en casa, son algo permisivas con sus pequeños y al pasar la mayor parte de su tiempo con ellos se tornan más afectivas que otras porque están en constante contacto con su bebé.
Adultas
Por otro lado cuando las madres son un poco adultas y pasan un mayor tiempo en su lugar de trabajo y al llegar a casa se ven cargadas por los oficios de esta, se evidencia poca compartir con sus hijos, ya que buscan cumplir con todas sus obligaciones y dejan a un lado a sus pequeños, dándoles poco tiempo al final del día y prestándoles poca atención porque para ese momento ya se encuentra agotadas por todas las cosas realizadas, también se observa que si logran escaparse un momento de sus obligaciones y voltean a ver a sus retoños lo hacen solo para corregir sus malos comportamientos (en caso de tenerlos) y para indicarles que es lo correcto que deben hacer.
En este punto es importante señalar que no todas las madres actúan de la misma manera por tener la misma edad o por presentar las mismas obligaciones, cada persona es única y se desenvuelve de manera distinta, además se enfrentan de forma diferente a cada situación dependiendo de la visión que tenga. Existen casos donde la madre busca compensar todo el tiempo de ausencia demostrando a su hijo mucho amor aun cuando lo compartido sea corto.
Por eso independientemente de tu edad y las obligaciones que tengas, dedícale a tu niño un momento especial donde disfruten juntos de todo lo maravilloso que se les pueden presentar en ese instante. Tomate un espacio para conversar con él y saber en qué ha invertido su tiempo mientras no estás a su lado. Compensa los instantes de ausencia con amor, cariño y muchos besos y recálcale cada vez que puedas los valores y principios que debe tener para ir por buen camino.
No cometas el error de permitirle todo por el simple hecho de no compartir con él o por querer ser una buena madre. Recuerda que no se es mejor madre si se les permite todo, pues si es necesario reprender a los hijos porque están haciendo algo indebido debes hacerlo y eso no te convierte en mala, al contrario le demostraras que lo amas porque lo estas cuidando de lo no es conveniente para él.