Un nuevo matrimonio puede traer incluido hijos, y si ambos los tienen, tendrán que aprender a convivir juntos.
Los conflictos que puedan surgir ponen a prueba la paciencia, ya que por falta de referencias es difícil afrontarlos de la mejor manera.
La influencia de la edad
Si los niños son pequeños, serán más dependientes, mientras que si son más grandes, quizás harán su vida aparte sin que sus padres influyan tanto.
Los problemas a los que se enfrentan también son distintos. Si los hijos son menores, tendrás que determinar cuál es tu papel en diversos aspectos, como educación, disciplina, etc. Pero ojo, ya que si impones tu criterio los niños podrían llegar a rebelarse diciéndote que no eres su mamá y que no tienen por qué rendirte cuentas.
Y si son adolescentes, será más difícil regañarlos, pero tendrás que esforzarte por tener la mejor de las relaciones con ellos y cuidar cómo se relacionan con tu pareja.
Busca la complicidad
Ante todo, como pareja tienen que ser un frente unido. Es decir, comunicarse francamente, exponiéndole tus dudas y reflexiones sobre tu rol como madrastra con respecto a la educación de sus hijos.
Previamente podrías elaborar un mapa mental sobre lo que esperas de su relación, hasta qué punto quisieras implicarte en las cuestiones importantes y qué reacción te gustaría que tu pareja demostrara cuando surja una discusión.
Una recomendación es tomar un papel de amiga en vez de educadora, manteniéndote al margen de ciertas decisiones, pero comportándote como una cómplice y compañera de juegos. Si bien es un papel muy cómodo, tal vez tu pareja espere algo más de ti, sobre todo tomando en cuenta que es mucho el tiempo que comparten y que eres un referente para ellos, por lo que debes darles el ejemplo con tu forma de actuar.
Si hay cuestiones importantes que evaluar, procura apoyar a tu pareja en su decisión, y si la madre biológica de los niños plantea una opinión, no armes polémica. Obviamente, si lo que se manifiesta te afecta negativamente, entonces más te vale defender tu punto de vista.
En el caso de enfrentamientos entre los niños y tú, ten presente que son absolutamente normales y que no tienes que alarmarte de más. Aunque es normal esperar que tu pareja te defienda, piensa que sus hijos esperan lo mismo, por lo que no siempre obtendrás el resultado deseado.
Cómo decirle a tu pareja que tienes conflictos con sus hijos
Si hay un verdadero problema con tus hijastros, puede que te sea penoso hablarlo con tu esposo. Sin embargo, hay que ser realista, ya que las perspectivas, creencias y valores son muy distintas en cada familia, por lo que es probable que choquen.
Un primer paso es entender que tú no tienes la verdad absoluta y que, además, de la teoría a la práctica hay una gran brecha.
Si no te gusta el modo en que tu esposo educa a sus hijos, o piensas que estos no se comportan como deberían, puedes hablarlo, pero cuidándote de no ofenderlo. Evita hacer acusaciones para que él no se sienta atacado, ni darle a entender que no cumple bien con su papel como padre.
Expón el tema sutilmente y trata de explicarle cómo resolverías tú el problema bajo tu punto de vista, pero siempre escuchando su perspectiva. Si no cuadran, escucha sus razones y ten la mente abierta a sus postulados.
Por ejemplo, si notas que los pequeños son muy consentidos o mañosos, no cedas a la tentación de decirle a tu pareja que sus hijos son unos mimados y que no vas a satisfacer sus caprichos. No sacarás nada con esa actitud.
Más bien, pregúntale por qué cree que sus hijos se comportan así y dile que te preocupa su bienestar. Dile que pondrás todo tu empeño en ser paciente con ellos, pero pídele que te proponga una alternativa para arreglar el inconveniente.
El objetivo es mantener la complicidad como pareja y encontrar la manera de resolverlo en conjunto, sin imponer criterios ni poner al otro entre la espada y la pared.