¿Por qué duelen los pezones al amamantar?

Una de las quejas comunes de las madres primerizas es el dolor en los pezones. Es un problema tan conocido que muchas piensan que es normal en el periodo de lactancia y que es un dolor que hay que soportar. Pero esto no es así y la experta Blanca Ossa, enfermera matrona UC, nos explica.

¿Es normal el dolor en los pezones durante el amamantamiento?

Si bien es cierto que puede ser que tengas un dolorcito o una sensibilidad particular cuando el bebé recién se agarra del pecho, no es normal que sientas mucho dolor mientras el bebé succiona la leche. Además no es necesario sufrir tanto, ya que las molestias generalmente desaparecen con pequeños ajustes. El dolor en los pezones no se debe descuidar, ya que hasta algunas madres dejan de lactar a sus hijos por el gran dolor que sienten.

¿Qué causa dolor en los pezones durante la lactancia?

Los pezones doloridos son muy comunes en las mujeres que amamantan. La prevención es posible y el tratamiento depende de cuál sea la causa. Las causas más comunes incluyen:

  • Un bebé que no se prende bien.
  • Excoriación.
  • Adaptarse a esta nueva habilidad.
  • Incluso podrías tener más de una causa de dolor en los pezones.

La causa más frecuente

Aunque tú no lo creas, las molestias en los pezones se producen principalmente por una posición incorrecta del bebé. Lo que sucede es que el bebé no agarra un área suficientemente grande del pecho al succionar. Debes fijarte en que con su boca cubra la mayor cantidad de la areola que es la parte oscura que rodea al pezón. Si el bebé no logra hacer esto notarás que hay una raya o surco que atraviesa el pezón por la mitad, o que cuando tu bebé deja el seno tu pezón tiene forma de lápiz labial nuevo.

Puedes ayudar a que tu hijo agarre un área más grande del pecho preparándolo antes de que empiece a succionar. Él te mostrará cuando está listo cuando con su boca busca el pecho y abra bien la boca, es en este momento que tú lo puedes guiar a la posición correcta.

A lo mejor te puede servir esta sugerencia:

Toma la parte baja de su cabeza con tu mano derecha si eres diestra o la izquierda si eres zurda, haciendo una pinza con los dedos, y dirige tu pezón a la zona que está entre la nariz y el labio superior del bebé. Cuando él abra bien la boca como si estuviera bostezando, dirige su cabeza suavemente hacia tu pezón, tocando primero el labio inferior y luego el superior, apuntando con el pezón hacia el paladar.

Si te encuentras en la clínica u hospital puedes pedir ayuda a un profesional en lactancia, para que te entrenes en posicionar bien a tu bebé antes de llegar a casa. Si el dolor que sientes en los pezones dura más de unos pocos segundos, es importante que se lo comuniques a tu médico.

Factores que favorecen la aparición del dolor en los pezones

Muchos bebés tienen el frenillo (pedazo de piel que está debajo de la lengua) corto, lo que impide que saque bien la lengua y agarre el pezón con ella. Si tu hijo tiene este problema te dará la sensación de que está mordiendo cuando mama.

Puedes pedirle al doctor que evalúe a tu hijo, si sospechas que tiene este problema, ya que algunas veces se puede corregir con un procedimiento que dura pocos segundos y es casi indoloro.

Si padeces de “algodoncillo o candidiasis”, que son unos hongos en los pezones, tus areolas y pezones se ponen de un color violáceo, se puede resecar la piel e incluso agrietar y puedes sentir picazón y ardor, lo que muchas mamás refieren como “agujas que se clavan en el pecho durante y después de amamantar”. Controla a tu bebé porque puede que le aparezca algorra, lo cual es el mismo hongo que se presenta en forma de puntitos blancos en la boca, en la lengua, en las encías y en el interior de las mejillas. Al tragarlo, puede presentar “coceduras” en el área del pañal.

En todo caso puedes presentar esta infección por hongos aunque tu hijo no tenga síntomas, por lo que si tienes dudas recurre inmediatamente a tu doctor, el pediatra de tu hijo o una asesora de lactancia que te pueden ayudar con el problema.

Otra razón puede ser que tu bebé pase demasiado tiempo con el pezón en la boca, lo que suele suceder en los primeros días de vida. Lo ideal es que cuando deje de succionar y de tragar y empiece a dormirse o haga pausas, puedes aprovechar de cambiarlo de lado.

Si dejas que tu bebé pase mucho tiempo “colgado” a tu mama, pueden aparecerte algunas pequeñas ampollas en la punta del pezón, que pueden reventarse y sangrar. Si esto te sucede no te preocupes, porque a pesar de que son molestas, sanan con facilidad y es difícil que vuelvan a aparecer.

Hay otros factores que pudieran producirte dolor en los pezones pero son muy raros. Lo importante es que si sientes dolor al principio y al final de alimentar a tu hijo, y el dolor no desaparece en 24 horas, deberás consultar un profesional en la materia. Por ejemplo, la asesora de lactancia puede darte sugerencias o hacerte notar en lo que puedes mejorar para eliminar el dolor.

¿Cuándo buscar ayuda?

La mayoría de las mujeres experimentan dolor en los pezones cuando comienzan a amamantar, pero no esperes demasiado para recibir ayuda. Los primeros días y semanas son importantes para que tanto la madre como el bebé aprendan a amamantar de forma saludable.

Comunícate con tu pediatra de inmediato si te preocupa que tu bebé no esté recibiendo suficiente leche. Una señal de que tu bebé podría no estar ingiriendo lo suficiente es si no moja suficientes pañales todos los días.

Comunícate con tu propio médico de inmediato si tu dolor es intenso o si tienes algún signo de mastitis. La mastitis es una inflamación del tejido mamario que a veces incluye una infección.

Los signos de mastitis incluyen:

  • Fiebre
  • Pechos calientes al tacto
  • Mamas hinchadas o adoloridas
  • Enrojecimiento
  • Pus
  • Dolor o ardor al amamantar

Los pezones doloridos son comunes en las mujeres que amamantan, pero existen formas de controlar y reducir este síntoma. Pide consejos a madres experimentadas y trabaja con tu médico para prevenir y tratar los pezones doloridos.

Cuídate para que amamantar sea una experiencia mutuamente beneficiosa para ti y tu bebé.


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