Lo que nos contaron de la maternidad… y lo que es en realidad

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Por muchos libros que leas, muchas clases a las que vayas y muchos consejos que te den, la maternidad nunca se parece a lo que te habías imaginado. Ese cóctel explosivo de amor, miedo, inseguridad y cansancio supino es único. Pero algo debe tener cuando nos lanzamos a él con entusiasmo y muchas repetimos.

 

El principio de todo.

Durante el embarazo recibes todo tipo de información sobre el parto y estás preparada para enfrentarte al dolor… o para evitarlo como sea. Ningún parto se parece a otro y todas lo vivimos de una forma tremendamente personal, pero ¿por qué nadie nos habla de lo duro que es el post-parto?

1.-Te duelen músculos que ni siquiera sabías que tenías.

2.-Los loquios son la incomodidad máxima.

3.-Parecerá que te ha arrollado un camión.

4.-Tienes que llevar unas compresas enormes, como pañales gigantes de abuela.

5.-Si te toca cesárea, los puntos impedirán que te muevas como una persona normal durante unos días.

6.-Si te toca episotomía la cosa no será tan dolorosa, pero no te librarás de algún tirón inesperado.

7.-Te costará meses sentirte como la de siempre.

8.-¡Sorpresa! Tienes que seguir llevando tu ropa de embarazada. A veces durante meses.

9.-¡Sorpresón! Lo mismo nunca puedes volver a ponerte tu ropa de “antes”.

Se te olvida cuando después de unos meses todo parece tan lejano que casi diría que lo has soñado o estabas en Matrix.

 

La lactancia.

Sí, se supone que la lactancia es algo natural y buenísimo tanto para el bebé como para la madre, pero por mucho que te cuenten, te expliquen o te muestren nada será tan fácil como pensabas. Nadie te cuenta que:

1.-Un día te levantas y parece que te ha poseído una actriz de cine porno.

2.-Y como tu chico intente tocarte, eres capaz de hacerle un Ippon seoi nage y dejarle K.O.

3.-Tienes que probar mil posturas hasta que encuentras una, la tuya, con la que no te salten las lágrimas.

4.-A veces, tu bebé tampoco sabe cómo hacerlo y tiene que aprender su propia postura.

5.-Estar semi-desnuda en medio del salón, restregándote toallas calientes por el pecho, no era la forma en la que te imaginabas que recibirías a las visitas.

6.-Las grietas duelen un montón.

7.-La lactancia a demanda es un despiporre los primeros días.

8.-Los discos de la lactancia consiguen que parezca que llevas dos platos de postre debajo de la camiseta.

9.-Todo el país ha visto tus pechos.

10.-Llegados a este punto, te da igual.

11.-Los saca-leches son máquinas que te hacen perder el último resquicio de humanidad que te quedaba.

Se te olvida todo… un día, de repente, dar el pecho es la cosa más fácil del mundo y podrías darlo toda tu vida y en cualquier posición.

 

El primer mes.

Sabías que iba a ser duro, que serían muchos cambios y que estarías terriblemente cansada, pero no hasta qué punto.

1.-Te sientes como si fueras el prota de El expreso de medianoche.

2.-Vamos, vives en una cárcel en la que practican la tortura mental despertándote cada hora. O justo, en el mismito instante en que has conseguido entrar en la fase del sueño profundo.

3.-Cuando tienes tiempo para alimentarte abres la nevera y comes de pie lo primero que pillas: un huevo cocido, una lata de anchoas, un pimiento crudo,…

4.-Estabas segura de que odiarías tener que ponerte la ropa de embarazada, pero la prioridad ahora es sobrevivir, no vestirte.

5.-Echas de menos tener alguien con quien hablar.

6.-Echas de menos que alguien responda aunque sea con gestos vagos a tus intentos de abrir comunicación.

7.-Vale, sabes que este peque es tuyo, pero es que no le conoces de nada.

8.-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

9.-Sí, tu bebé tampoco parece saber quién eres tú.

10.-Tampoco parece importarle mucho.

11.-Ah, y es un hippy de mucho cuidado: vive libre, sin horarios, sin restricciones, sin dar cuentas a nadie.

Se te olvida todo cuando… tu bebé te sonríe por primera vez. Y el mundo se ilumina.

 

El primer año.

Parece que lo duro ya ha pasado, ¿verdad? Qué inocente. Si piensas que a partir de ahora todo cuesta abajo, prepárate porque hay muchas cosas con las que no habías contado.

1.-Bienvenida a la etapa rompe-riñones (hasta que eche a andar solo).

2.-Sufres más tensión que el Jefe de Seguridad del Pentágono: todo el día pendiente de por dónde va a atacar el enemigo.

3.-Has perdido ya toda esperanza de hacer pis sin espectadores.

4.-En el concurso “Tiene un aspecto deplorable” no sabes quién ocupa el puesto ganador: tu casa o tú misma.

5.-El Huracán “Pon aquí el nombre de tu bebé” es una fuerza de la naturaleza incansable.

6.-Jamás llegas a tiempo a ninguna cita.

7.-Caminar por la calle con un carro de bebé es una gymkana que merece categoría olímpica.

8.-Cuando tu bebé abandone el carro, caminar por la calle no será lo mismo si no puedes mirar por dónde vas. O si vas persiguiendo a una criatura que nada tiene que envidiar a un borracho descontrolado.

9.-En algunas tiendas de ropa no te dejan entrar con un bebé con la mano pringosa de gusanitos.

10.-Tampoco es que tengas tiempo de ir de tiendas.

Se te olvida todo cuando… tu peque habla, o baila, o te canta una canción, o te da un beso lleno de babas.

La primera infancia.

Todo, absolutamente todo el mundo te dice que ésta es la mejor etapa. Que ahora tu vida puede volver a su cauce. Que ahora tendrás tiempo para ti misma. Pero ya sabes que no hay que hacer caso de lo que dice la gente, que es siempre muy exagerada. Porque lo que descubres es muy distinto.

1.-Te preguntabas cuándo iba a empezar a hablar. Ahora sueñas con que se calle… alguna vez.

2.-La rutina se ha apoderado de tu vida.

3.-Qué leches: vives en un campamento militar.

4.-El hippy ahora es un dictador que tiene que comer, acostarse, levantarse y hacer todo a una hora exacta si no quieres que se produzca una hecatombe.

5.-Sigues haciendo pis con público.

6.-Ya ni te acuerdas de la última vez que cumpliste con una función corporal en soledad.

7.-Descubres que no basta con enseñar una cosa para que la haga: hay que repetirla cansinamente una y otra vez durante ocho o nueve años para conseguir algún resultado potable.

8.-Tu casa sigue pareciendo una guarida de hunos.

9.-Durante los primeros años pasa más tiempo enfermo en casa que en el colegio o la guardería.

10.-Virus que conoce el niño, virus que se trae a casa. Jamás habías pillado tantos catarros.

11.-Ni hablemos de los piojos.

Se te olvida todo cuando… sale corriendo a abrazarte cada vez que sale del colegio, cada día. Que congelen este momento para siempre, por favor.

Y esto no acaba aquí. Todavía nos queda mucho por delante, muchas cosas de las que nos han hablado, pre-adolescencia, adolescencia, locura… Etapas para las que de nada sirve prepararse, porque siempre serán un shock. Porque así es la maternidad: una aventura inesperada cada día. Con sus momentos buenos, sus momentos malos, sus momentos desesperantes y sus momentos caos total. Y en la balanza siempre gana lo positivo. ¿Cómo si no tendríamos ganas de repetir?


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