15 Cosas que debes saber de los hijos únicos

Aquí te damos quince hechos relacionados con ser hijo(a) único(a). Envidiarnos o compadecernos, esa es tu decisión.

  1. Nunca tuvimos que compartir los regalos de los Reyes Magos ¡Nunca! La mayor parte de las veces nos tocaban más juguetes que los demás mortales y por lo regular nos traían TODO lo que pedíamos.
  2. La familia siempre nos sobreprotegió. Somos el sobrino consentido, el primo ejemplo o al que siempre cuidan. Si fuimos más del tipo oveja negra para dar la contra, somos «el alternativo».
  3. Nunca seremos tíos directos (tal vez sí por los primos pero no por hermanos) ¿A quiénes vamos a enseñar a beber? ¿Y si no nos casamos nunca? Ni siquiera podremos ser los tíos solterones graciosos o las tías sensuales o cool.
  4. En el fondo nos corroe la envidia cuando vemos a un amigo que se lleva muy bien con sus hermanos, o cuando sacan frases como «Mi hermana es mi mejor amiga». ¿Que no pueden sociabilizar más allá de su ADN?
  5. Nosotros no tenemos hermanos(as) pero sí amigos(as) que son como nuestros(as) hermanos(as). Y es más entretenido.
  6. Somos egocéntricos. Sí, es inevitable, así somos y nos amamos.
  7. Somos más maduros que la mayoría de los de nuestra edad (para entender este punto, leer el punto anterior).
  8. Los hombres no tienen que cuidar a sus hermanas de sus prospectos o espantarlos, tampoco se pelearán con los hermanos por las novias.
  9. Las mujeres nunca tendrán que competir con su hermana para ver quién es más bonita; tampoco tendrán que cuidar a sus hermanos de no meterse con sus amigas.
  10. Cuando jugábamos, la mayoría de las veces lo hacíamos solitos y éramos todos los personajes a la vez: el bueno, el malo, el héroe y el perro. Todavía lo somos, en cierto modo.
  11. Nos costaba (cuesta) más trabajo socializar. Siempre, en todo momento.
  12. En las fiestas familiares o con amigos crecimos odiando frases como: «¿Por qué no vas a jugar con Marianita? Ella también está solita» o «¿Y así quieres un hermanito? Si ni hablas» o peor aún, las frases para las vecinas o amigas, «Siempre se quedó con ganas de un hermanito ¿Verdad, hijo?». Obviamente siempre odiamos que nos mandaran a socializar «con niños de nuestra edad».
  13. Nunca fuimos casa de beneficencia y no tuvimos que usar los pantalones remendados de los hermanos o las chamarras rotas que ya no les quedaban. La ropa que nos compraban, fuera mucha o poca, era sólo para nosotros y teníamos la opción de no traer prendas percudidas.
  14. Las relaciones amorosas se nos complican mucho porque por un lado somos demasiado independientes; y por otro, no entendemos cuando no somos la prioridad de nuestra pareja (gracias papás).
  15. Si nuestra elección es no tener hijos, lo más probable es que los padres renieguen de que no los haremos abuelos.

 


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