Antes de empezar a estimular a tu hijo es importante que definas cuales serán las metas que pretendes alcanzar, y así poder medir los resultados de tu intervención.
Entre los objetivos más importantes de la estimulación temprana constan:
- Permitir el máximo desarrollo del niño a escala general o en áreas específicas, tales como la intelectual, social, del lenguaje, etc.
- Adaptar las actividades a la etapa de desarrollo por la que está pasando el niño, a fin de que la viva plenamente y la supere.
- Evitar forzar al niño a realizar una actividad para la que no está preparado, y así avanzar en su desarrollo.
- Servir de estrategia para evitar y atenuar riesgos a los que están expuestos los niños y que puedan alterar su evolución normal.
- Favorecer un cambio de actitud de los padres y miembros de la comunidad en cuanto al manejo del ambiente, para que conviertan éste en un lugar sano, alegre y adecuado para el óptimo desarrollo del niño.
- Canalizar el deseo innato de aprender de cada infante para desarrollar su potencial creativo.
- Despertar la sensibilidad artística desde temprana edad a través de experiencias sensoriales enriquecedoras.
- Darle la oportunidad al niño de manipular diferentes materiales para favorecer el desarrollo satisfactorio de las destrezas que posee, aumentando su seguridad y confianza.
- Aprovechar el tiempo padre-hijo, enriqueciendo la relación interpersonal y el goce de estar juntos. A la vez, mientras se relacionan padres y niños, se obtiene una meta educativa mediante las actividades.
Estos objetivos no son los únicos que corresponden a una sociedad que ha de caracterizarse por ser suficientemente productiva, pero no por ello, ha de dejar de tomarse en cuenta aquellos miembros del conglomerado infantil que al no tener sus capacidades al cien por cien desarrolladas, forman parte de aquel grupo humano conocido como personas con discapacidad.
En niños que presentan ciertas anomalías físicas o psicológicas la estimulación temprana también tiene sus objetivos:
- Promover la valoración del niño con discapacidad como persona y como individuo, es decir como sujeto único e irrepetible, con características singulares y con derecho a su lugar social, comenzando por la familia.
- Procurar el desarrollo de las potencialidades del niño.
- Generar el máximo de autoestima.
- Lograr integración familiar, social y escolar en la medida de lo posible.
- Prevenir los factores discapacitantes secundarios.
- Evitar situaciones de riesgo familiar.
- Contribuir al sostenimiento de los tratamientos médicos.
- Favorecer la adaptación del binomio madre-hijo al inicio del abordaje terapéutico-pedagógico del pequeño con discapacidad.