Es innegable que un hábito se refuerza mediante la repetición. Del mismo modo, es a través de la repetición que los niños pueden ejercitar óptimamente su memoria.
Por otro lado, la repetición crea un entorno seguro en los bebés, quienes disfrutan de sanas costumbres que en el futuro forman parte atesorada de sus recuerdos.
De acuerdo con esto, una idea excelente es relacionar melodías con hechos, por ejemplo, estimular al pequeño con una canción especial para la hora del baño o de la muda. Las frases tiernas y las “nanas” o canciones de cuna son muy efectivas a la hora de calmar a los bebés. Si se efectúa repetidamente, genera un sentimiento de seguridad y fortalece vínculos.
Este tipo de acercamiento es primordial para los infantes, quienes necesitan que se les reafirme el amor y apoyo por parte de sus padres. Además, al ir creciendo, aprenden a ofrecer cariño a otros.
La repetición es primordial para el aprendizaje. Sería imposible aprender las letras del abecedario, las notas musicales o los números si no repitiéramos estos muchas veces. Lo mismo pasa al aprender nuevos idiomas y al tocar instrumentos. Mientras que en un principio estas tareas pueden parecer difíciles, gradualmente nuestro organismo se acostumbra y nuestra mente memoriza patrones que nos permiten, finalmente, dominar lo que parecía una gran hazaña.
Nuestro cerebro es tan capaz que una vez aprendida una labor, continuamos con nuevos desafíos, siempre a través de la repetición.
Repetición v/s hábito
Si un objetivo es alcanzado mediante la repetición, se transforma en un hábito, el cual no excita el intelecto por dejar de constituir un reto. Esto es cierto en el caso de los bebés. Por ejemplo, si queremos enseñarle algo, debemos tener cuidado de no traspasar la línea que separa la repetición del hábito. Si no, perderemos su interés.
Existen algunas señales de atención por su parte, y debes estar atenta a ellas para que la estimulación cumpla su finalidad. Si notas que sus respuestas disminuyen o se aburre, entonces es tiempo de parar o cambiar de actividad.
La repetición debe servir para aprender, para formar hábitos. Pero una vez que éste se produzca, debes suspenderlo. Esto no quiere decir que nunca más vuelvas al mismo ejercicio, sino que debe pasar un momento para que el pequeño asimile la nueva información que se le ha presentado.
Después de un tiempo, lleva a cabo otra vez ese estímulo y, si ves que no captas su atención o si está cansado, repítelo en otra ocasión.
Recuerda que siempre que tu hijo logre desarrollar una