Guía de masajes para bebés

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En este artículo te proveeremos una práctica guía de instrucciones básicas para realizar masajes para bebés, que sin duda disfrutará.

Un masaje es una excelente manera de comunicarte, tanto verbal como no verbalmente, con tu pequeño, asegurándole tu amor y cuánto lo deseas y valoras. De algún modo, es un lenguaje cariñoso que se lleva a cabo directamente en el cuerpo del niño.

Es casi instintivo el querer mimar el cuerpo del bebé después de bañarlo; todo papá o mamá siente ganas de friccionar ese cuerpito irresistible y, de hecho, cuando el bebé tiene cólicos o siente frío, lo primero que se hace es acariciarlo. Si ese es tu caso, de seguro querrás ser capaz de proveerle un masaje adecuado. Así que sigue leyendo para que te beneficies de esta combinación de técnicas de masajes e instrucciones para realizarlos.

Objetivos del masaje

Los estudios revelan que el masaje produce buenos resultados en el desarrollo y crecimiento del bebé, fomentando tanto en él como en los padres una experiencia reconfortante.

El principal objetivo de un masaje es causar placer y comodidad para que, quien lo reciba, se relaje. Quien lo realiza no debe estar presionado, más bien, debe comunicar emociones positivas.

A medida que pasan los primeros meses de vida, el bebé irá dejando la posición fetal. Logrará estirar sus músculos y coordinar sus movimientos. En este proceso, el masaje es muy recomendado pues contribuye a desarrollar sus habilidades físicas.

Un masaje es la manera idónea para preparar el cuerpo para la actividad y optimizar la relajación y la movilidad. El bebé ama que la persona amada lo toque y lo masajee.

Ventajas del masaje

  • Ayuda a liberar la tensión y la ansiedad, relajando al niño.
  • Contribuye a enfrentar el estrés que le suponen nuevas situaciones de aprendizaje.
  • Mejora sus patrones de sueño, ya que puede dormir más profundamente y por periodos más largos.
  • Tranquiliza al pequeño si está incómodo o molesto.
  • Estimula su sistema circulatorio, cardíaco, respiratorio y digestivo.
  • Desarrolla la conciencia del niño sobre su propio cuerpo y mejora la coordinación.
  • Fortalece el sistema inmunológico del bebé, haciéndolo más resistente a enfermedades.
  • Fomenta un sentido positivo de él mismo.
  • Acrecienta su sensibilidad al tacto.
  • Se afianza el vínculo de apego entre el bebé y sus progenitores.

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