Todo lo que un bebé es, o puede llegar a ser, está determinado sobre todo por los seis primeros años de vida. En este período, la habilidad para captar información es inigualable.
Es sabido que los bebés están continuamente aprendiendo, poseen un afán insuperable de curiosidad y de explorar el mundo. Es materialmente inaplicable cualquier intento por frenar este anhelo por aprender. No hay castigo que lo desanime y no puede disuadírsele para que no aprenda.
Podemos aumentar su aprendizaje sólo con quitarle muchas de las restricciones físicas. Al igual que se puede multiplicar muchas veces el conocimiento que capta si colaboramos en su magnifica capacidad y se le da oportunidades ilimitadas. Eso sí, hay que tener cuidado porque se puede disminuir el deseo de aprender de un niño limitando sus experiencias.
Las reacciones de los niños ante juguetes
Si se observa cómo reacciona un niño ante las cosas que le rodean, se ve que escoge un objeto y lo mira, lo huele, lo palpa, se lo lleva a la boca, lo muerde, lo golpea, esto dura unos 90 segundos. A partir de ahí ya le aburre. Con frecuencia estos 90 segundos llevan a la conclusión de que el niño tiene un lapso de atención muy corto y entonces no es muy listo, nada más lejos de la realidad.
Por la manera en que se comporta hasta se llega a la conclusión de que es hiperactivo, incapaz de prestar atención, cuando la verdad es que está atento a todo. Está pendiente y usando sus cinco sentidos.
Está empeñado en aprender y, por supuesto, las personas adultas hacen todo lo que está a su alcance para detenerlo, porque su proceso de aprendizaje es demasiado costoso, así tradicionalmente se ha intentado proteger al niño de estos deseos de aprender.
¿Qué sucede si el niño está muchas horas en el corral?
Esto no limita únicamente la capacidad de la criatura por aprender, sino que restringe suavemente su crecimiento neurológico al limitar su capacidad para arrastrarse y gatear. A la vez, inhibe el desarrollo de su visión, de su competencia manual, de su coordinación entre su mano y sus cosas, etc.
Seria mucho más razonable que el espacio donde se le deja fuera de tres metros y medio de ancho por siete metros de largo para que el bebé pudiera arrastrarse, gatear y aprender durante estos años vitales. De esta manera gráfica se observa cómo debiese ser el proceso de aprender, una diversión de la más alta, pues de hecho es el juego más fabuloso de la vida.