Alerta máxima
Llama al médico en seguida si sospechas que tu hijo presenta casos de deshidratación.
Síntomas comunes
Si tu niño tiene fiebre, diarrea o vómitos, si está transpirando excesivamente en un día caluroso o mientras desarrolla una actividad física intensa, debes estar atento a los siguientes síntomas de la deshidratación:
- Boca seca o pegajosa
- Llanto sin lágrimas, o con escasa cantidad de éstas
- Ojos hundidos
- Fontanela (mollera) en la parte superior de la cabeza del bebé que parece hundida
- Ausencia de orina o pañales secos hasta por 8 horas (o sólo una muy pequeña cantidad de orina )
- Color amarillo oscuro y fuerte olor
- Piel seca y fría
- Letargo o irritabilidad
- Fatiga o mareos en un niño más grande
Todos eliminamos una parte del agua corporal ya sea a través del sudor, las lágrimas, la orina o las deposiciones. El agua también sale a través de la piel en forma de vapor cuando respiramos. Mediante el agua y las sales que incorporamos en nuestra dieta diaria, reemplazamos este fluido corporal y las sales que contiene.
La deshidratación sucede cuando nuestro organismo pierde más líquido del que ingiere.
El cuerpo ocupa el agua para transportar los nutrientes esenciales hacia los músculos, los órganos y los tejidos, y para deshacerse de las toxinas. Si tu bebé pierde líquido al vomitar, por la diarrea y/o la fiebre, y no lo reemplaza, puede deshidratarse, lo que genera una enfermedad grave. Otras enfermedades, como la diabetes, que hace orinar excesivamente, pueden causar este mal. Aunque es muy raro, algunos problemas respiratorios como la bronquitis y el asma pueden hacer que el pequeño pierda vapor de agua de los pulmones.
Con la deshidratación, el nivel de sangre puede caer en forma precipitada, perdiéndose nutrientes esenciales y desequilibrando la química corporal.
La deshidratación puede ocurrir a cualquier edad y, con frecuencia, mientras chico el niño, más rápidamente se desarrolla. Por ejemplo, un bebé puede deshidratarse gravemente tan solo 12 horas después de haber vomitado, en especial si también presentó diarrea y fiebre alta. El vómito es un problema especial en los infantes, ya que sus pequeños intestinos no pueden reabsorber agua. Si al mismo tiempo tuviera diarrea, vómitos y fiebre, el problema es compuesto, pues pierde agua mediante las heces líquidas y la transpiración.
Lo que puedes hacer
Con bebés
Si tu bebé toma mamadera, no le des la fórmula y dale mejor agua o una solución electrolítica de venta libre, que reemplazará los fluidos y los elementos químicos esenciales. Si le das pecho, sigue haciéndolo. Si los vómitos y la diarrea no paran dentro de 6 horas, llama inmediatamente al médico y sigue sus instrucciones. Cuando comience a sentirse mejor, controla su orina: si es más frecuente, más clara y menos olorosa, probablemente ya no haya peligro.
Con niños más grandes
Dile a tu hijo que tome la mayor cantidad de líquidos que pueda. Aunque estuviera muy nauseabundo, podrá tolerar pequeños sorbos de jugo, té o bebidas carbonatadas cada cinco a diez minutos. Si continuara perdiendo fluidos, consulta con el médico respecto a las soluciones electrolíticas que le proveen los suplementos necesarios de sales y azúcar.
No obstante, en el caso de algunas enfermedades, los niños quizá no puedan ingerir líquidos por boca. Si los pequeños no son capaces de reemplazar de manera adecuada los líquidos que han perdido, pueden deshidratarse.
Cómo prevenir la deshidratación
En primer lugar, debes asegurarte de que tus hijos ingieran mucho líquido aun cuando estén enfermos o activos físicamente; deben ingerir más líquido del que pierden. ¿Cómo mantener a un niño bien hidratado? Depende de las circunstancias. Por ejemplo, si a tu hijo le duele la garganta puede deshidratarse debido a la dificultad para beber o comer. En ese caso, puedes darle acetaminofeno o ibuprofeno para aliviar el dolor y darle bebidas frías y paletas heladas que calmen el ardor de garganta y a la vez le proporcionen líquidos.
En el caso de bebés con congestión nasal que tienen dificultad para alimentarse, puedes colocarles gotas nasales de solución salina con un gotero y aspirarles la mucosidad con una perilla. Como la fiebre es un causal de deshidratación en cualquier enfermedad infecciosa, se debe controlar con remedios o baños a temperatura ambiente con una esponja, y vistiendo al niño con ropa ligera. También, en días calurosos o secos, los niños deben beber bastante líquido. Los que participen de deportes o actividades físicas deben beber una cantidad extra de líquido antes de empezar con ellas. También se recomienda consumir líquidos cada 20 minutos durante el transcurso de la actividad y después de su término.
Por otro lado, la sed no es un indicador temprano de la deshidratación. Puede que ya lo esté. Y la sed puede saciarse antes de que los líquidos corporales necesarios se hayan reemplazado. Por esto, los niños deberían empezar a ingerir líquidos antes de sentir sed y tomar más líquidos aunque sientan que ya no tienen sed. Los niños que han tenido una gastroenteritis leve, que no están deshidratados, deben comer normalmente, pero tienen que ingerir líquidos extra para recuperar lo perdido. Estudios recientes han demostrado que gran parte de los niños con gastroenteritis pueden llevar una dieta regular acorde con su edad sin riesgos cuando están enfermos. De hecho, una dieta regular puede reducir una diarrea, además de nutrirlo adecuadamente.
Si un bebé padece de gastroenteritis leve sin estar deshidratado debe continuar alimentándose con leche materna o con una fórmula de concentración regular. Los niños más grandes pueden beber leche sin diluir. Los alimentos que los niños con gastroenteritis pueden tolerar, si no están deshidratados, incluyen los siguientes: hidratos de carbono complejos (como arroz, trigo, papas, pan y cereales), carnes magras, yogur, frutas y verduras. Se deben evitar los alimentos grasosos o grandes cantidades de azúcares simples, como jugos y gaseosas. Si el niño vomita y no está deshidratado, se le debe dar líquido frecuentemente en pequeñas dosis.
Cómo tratar la deshidratación
Los papás deben aprender a reconocer los signos tempranos de la deshidratación para actuar rápidamente cuando se presenten. Deben vigilar con especial atención a los bebés y los niños más pequeños, ya que son los más proclives a deshidratarse.
Un tratamiento para la deshidratación tiene como el objetivo reponer líquidos para restablecer los niveles normales del líquido corporal. Las estrategias variarán dependiendo de la edad del niño y la causa de la deshidratación. Si un niño levemente deshidratado debido a un esfuerzo excesivo tiene sed, se le debe dar todo el líquido que desee. La mejor opción durante las 2 primeras horas es el agua. Después, el niño quizá necesite ingerir líquidos que contengan azúcar y electrolitos (sal), o algún alimento. También es importante que descanse en un lugar fresco y sombreado hasta que haya recuperado el líquido perdido.
Si un niño ha perdido líquido por vómitos o la diarrea que provoca una enfermedad como la gastroenteritis, debe recuperar el líquido mediante la ingesta de una bebida especial, una solución de rehidratación oral (SRO). Este es un producto de venta libre que se consigue en supermercados y farmacias, y es especial para niños deshidratados. Contiene una equilibrada combinación de azúcar y sales para que los intestinos puedan absorber lo que el organismo necesita. Este proceso de recuperación del líquido corporal es llamado rehidratación, lo cual se logra reemplazando con rapidez el líquido perdido por medio de una solución de rehidratación oral durante unas pocas horas. Para empezar con este proceso de rehidratación, dale a tu niño una o dos cucharaditas de una SRO cada pocos minutos.
Puedes utilizar tanto una cuchara como una jeringa, o incluso una paleta helada. Si te parece que no le estás dando el líquido suficiente para rehidratarlo, no te preocupes, estas pequeñas cantidades pueden sumar más de una taza por hora. Sueñe funcionar con niños que incluso están vomitando, porque los pequeños sorbos a intervalos frecuentes se absorben entre un episodio de vómitos y otro. Además, corregir la deshidratación suele disminuir la frecuencia de los vómitos. Una vez que el niño reaccione bien, le puedes dar más cantidad con menos frecuencia.
En el caso de tu bebé, debes seguir dándole pecho todo el tiempo, incluso durante el proceso de rehidratación. Se le puede dar la solución de rehidratación oral entre cada amamantamiento. Si tu bebé toma fórmula o come sólidos, ambos alimentos deben suspenderse durante la rehidratación y retomarse cuando el niño ya no muestre signos de deshidratación por un lapso de varias horas. No suele ser necesario cambiar la fórmula para bebés.
Los líquidos que deben evitarse incluyen los siguientes: agua, gaseosas, ginger ale, té, jugos de fruta, jalea, caldo de pollo o bebidas para deportistas, ya que no contienen la adecuada proporción de azúcar y sales y pueden empeorar la diarrea.
Una vez que tu hijo esté rehidratado, puede volver a su dieta normal, la cual debe incluir una gran cantidad de carbohidratos complejos (como arroz, papas y panes integrales y cereales), carnes magras, yogur, frutas y verduras, así como leche en la forma en que solía tomarla. No le des comidas grasosas o alimentos que contengan una gran cantidad de azúcares simples, como los jugos y las gaseosas. El que tu hijo retome su dieta lo antes posible es esencial para proporcionarle las calorías y nutrientes necesarios e, incluso, puede reducir la duración de la gastroenteritis.
Por otro lado, hay algunos cuentos de viejas para tratar la deshidratación que no son recomendables. Debes saber que la práctica de evitar alimentos por más de 24 horas es inadecuada e incluso peligrosa. Así mismo, dietas específicas recomendadas antes como la dieta del plátano, arroz, puré de manzana y tostadas son innecesariamente restrictivas y no proporcionan una buena nutrición para un niño cuyo que está mejorando su tracto intestinal. Tampoco se aconsejan medicamentos de venta libre para la diarrea y los vómitos, debido a sus peligrosos efectos secundarios. Recuerda que la clave del tratamiento son los líquidos, no los medicamentos.
Lo que no hay que hacer
- No trates por ti misma una deshidratación completa. Llama al médico en seguida.
- No le des a tu bebé remedios antivomitivos o antidiarreicos de venta libre, excepto que el médico lo haya recetado.
- No le des leche o productos lácteos mientras pierde líquidos, a no ser que tome pecho.
Lo que puede hacer el médico
El médico rehidratará al niño, mediante una solución electrolítica o líquidos y sales en forma endovenosa. Diagnosticará y tratará la causa del problema.
Si un niño a quien se le ha dado una solución de rehidratación oral no mejora, puede que necesite recibir líquidos por vía intravenosa en un hospital.
Lo que sucede después
Una vez que el niño deje de vomitar y se interrumpa la diarrea, podrás volver lentamente a alimentarlo con mamadera o comida sólida. Algunos médicos recomiendan agregar más agua a la fórmula, a veces hasta el triple, durante unos días, y reducir la cantidad hasta llegar a la proporción normal. Si tu hijo es más grande, comienza con alimentos fácilmente digeribles como plátanos, jugo de manzanas, galletitas de graham, fideos, zanahorias y arvejas hervidas.