La enfermedad pulmonar crónica, o displasia broncopulmonar, suele presentarse en bebés prematuros que nacen con los pulmones inmaduros o los que sufren problemas respiratorios poco después de nacer.
Si bien gran parte de los lactantes se recupera completamente de esta afección y existen pocas complicaciones de salud crónicas como consecuencia de esta enfermedad, la displasia broncopulmonar puede llegar a ser un trastorno grave y requerir cuidados médicos intensivos.
Esta enfermedad no se desarrolla en el vientre materno, es más bien una consecuencia de la prematuridad y de la inflamación pulmonar progresiva. Lo que se produce es que se desarrolla de forma anormal el tejido pulmonar, generando inflamación y formación de cicatrices en los pulmones.
La patología debe su nombre a los bronquios, que son los conductos a través de los cuales llega el oxígeno a los pulmones, y a los alvéolos pulmonares (diminutos sacos de aire), donde se produce el intercambio entre oxígeno y dióxido de carbono. El concepto “displasia» refiere los cambios anómalos que tienen lugar en la estructura y organización de un grupo de células. En la displasia broncopulmonar los bronquiolos (las vías respiratorias más pequeñas) y los alvéolos se ven afectados, dificultándose la respiración y comprometiendo la función de los pulmones.
Además del asma y la fibrosis quística, la displasia broncopulmonar es una de las enfermedades pulmonares crónicas más comunes en los niños. Los bebés con un peso natal extremadamente bajo (menos de 1 kilo) tienen un riesgo más elevado de desarrollarla. Aunque la mayoría de estos bebés superan los síntomas a medida que maduran, la displasia broncopulmonar, combinada con otras complicaciones de la prematuridad, puede ser mortal.
Causas
Con frecuencia, la displasia broncopulmonar afecta a bebés prematuros (con 34 semanas de gestación o menos) y a los que pesan menos de 2 kilos. Estos bebés tienen más probabilidades de padecer el síndrome de distress respiratorio del recién nacido (o enfermedad de las membranas hialinas), como consecuencia de las lesiones en el tejido pulmonar al estar conectado a un respirador durante un tiempo considerable. Cuando un bebé no tiene los pulmones maduros para respirar por sí mismo, debe estar conectado a un respirador que le proporcione el oxígeno necesario mediante un tubito insertado en su tráquea. Éste se administra a presión para que el aire pueda entrar adecuadamente en los pulmones que se encuentros rígidos e inmaduros. Sucede a veces que, debido al riesgo vital, la concentración del oxígeno suministrado es mayor que la del aire que respiramos normalmente.
Con el tiempo, la presión del respirador y el exceso de oxígeno pueden lesionar los delicados pulmones del recién nacido, causando este síndrome. En realidad, aproximadamente la mitad de los bebés que nacen con un peso extremadamente bajo desarrollan alguna forma del síndrome disnea neonatal. Éste puede derivar a displasia broncopulmonar en caso de que el bebé dependa del suministro de oxígeno luego de 36 o más semanas de vida.
Otras causas de la displasia broncopulmonar se relacionan con circunstancias adversas demasiado fuertes para los pulmones de un recién nacido, como un traumatismo, una neumonía u otras infecciones. El resultado puede ser una inflamación y la formación de cicatrices en el tejido pulmonar en bebés a término o, lo que es menos frecuente, en bebés más grandes y en niños.
Diagnóstico y tratamiento
A la hora de diagnosticar la displasia broncopulmonar, se deben tener en cuenta factores como la prematuridad, las infecciones y la dependencia de un respirador para obtener oxígeno .
La displasia broncopulmonar se diagnostica cuando un bebé sigue necesitando la administración de oxígeno y presentando síntomas de problemas respiratorios pasados los 28 días de vida (o transcurridas 36 semanas desde su concepción). Para estos fines, se usan las radiografías de tórax. Las radiografías de un bebé con síndrome disneico neonatal muestran unos pulmones con características de cristal esmerilado, mientras que las de un bebé con displasia broncopulmonar, muestran unos pulmones con apariencia esponjosa.
En la actualidad no existe ningún tratamiento médico que cure inmediatamente la displasia broncopulmonar. Lo que el tratamiento pretende es colmar las necesidades de oxígeno y ayudar a respirar a los bebés de manera que los pulmones maduren adecuadamente. Un bebé con esta enfermedad recibirá tratamiento de soporte vital intensivo en un hospital, en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN), hasta que pueda respirar por sí solo. Algunos hospitales utilizan ventilación de alto flujo, una ventilación continua a baja presión, la que ayuda a no generar las complicaciones de los respiradores convencionales.
Entre los medicamentos que suelen administrarse a bebés con displasia broncopulmonar, se encuentran los que ayudan a mantener la función respiratoria, como los broncodilatadores (albuterol), que ayudan a mantener dilatadas las vías respiratorias, y los diuréticos (furosemida) que reducen la acumulación de líquido en los pulmones.
En casos más graves, puede seguirse un tratamiento de corta duración a base de esteroides. Estos son antiinflamatorios potentes, pero el problema es que presentan efectos secundarios, tanto a corto como a largo plazo. El médico discutirá ampliamente con los padres sobre los beneficios del fármaco, así como sus posibles riesgos.
En ciertos casos infecciosos, se administrarán antibióticos, debido a que los bebés con displasia broncopulmonar pueden desarrollar neumonía. Parte del tratamiento será administrar agentes tensioactivos (surfactante), lubricantes naturales que mejoran la función respiratoria. Los bebés con síndrome de distress respiratorio neonatal, a quienes todavía no les han diagnosticado displasia broncopulmonar, pueden tener alterada la producción de tensioactivos, por esta razón, la administración de agentes tensioactivos naturales o sintéticos puede reducir las probabilidades de desarrollar displasia broncopulmonar.
Otra medida para los bebés con displasia broncopulmonar grave, es la alimentación con leche artificial hipercalórica a través de una sonda gástrica para asegurar la correcta ingestión de calorías y nutrientes. Si el sistema digestivo del bebé está demasiado inmaduro para digerir alimentos, el bebé deberá ser alimentado por vía intravenosa (VI), llamada NPT, o nutrición parenteral total, con un suero que contiene proteínas, azúcares y otros nutrientes.
Cuánto tiempo tendrá que estar el bebé en la UCIN dependerá de la enfermedad, oscilando entre varias semanas y pocos meses. Una vez de alta, el bebé puede requerir medicación, tratamiento respiratorio e, incluso, administración de oxígeno en su hogar. Esto es poco común en bebés mayores de 1 año, pero puede suceder que un bebé con displasia broncopulmonar grave necesite un respirador durante varios años o incluso toda la vida.
Gradualmente, un niño con displasia broncopulmonar mejora. La recuperación puede ser lenta e, incluso, incompleta en casos muy graves. Como los pulmones siguen creciendo hasta los 7 años de vida aproximadamente, los niños con esta enfermedad puedan tener la función pulmonar levemente alterada en edad escolar, sin embargo, la mayoría de los niños no presenta complicaciones en esta etapa.
Muchos bebés con displasia broncopulmonar, pasado el tiempo, logran una recuperación prácticamente completa. El tejido pulmonar lesionado y endurecido siempre supondrá una función respiratoria un tanto deficiente. No obstante, al crecer se les formará tejido pulmonar nuevo y sano que asumirá gran parte de la función respiratoria del tejido lesionado.
Complicaciones y secuelas
Las secuelas que experiementan algunos bebés que han tenido una fase crítica de la displasia broncopulmonar son infecciones respiratorias como la gripe, el virus sincicial respiratorio (VSR) y la neumonía. Si las presentan, suelen ser más graves que en la mayoría de los casos.
Otra complicación respiratoria es el edema pulmonar, es decir, la acumulación excesiva de líquido en los pulmones, lo que dificulta aún más el paso del aire por las vías respiratorias.
Una complicación que puede desarrollar un niño en el sistema circulatorio es la hipertensión pulmonar, en la cual las arterias pulmonares (que transportan sangre del corazón a los pulmones) se estrechan, causando un aumento de la tensión arterial. En todo caso, es una complicación tardía y relativamente infrecuente.
Los efectos relacionados con la medicación para tratar la displasia broncopulmonar, comprenden la deshidratación y los niveles bajos de sodio (por los diuréticos). También, el tratamiento de larga duración con furosemida puede provocar cálculos renales, problemas auditivos y niveles bajos de potasio y calcio.
Un bebé que haya padecido displasia broncopulmonar crecerá más lentamente que los demás bebés, tendrá un peso bajo y tenderá a perder peso cuando se enferme. Los bebés prematuros pueden presentan mayor riesgo de parálisis cerebral.
Es importante recalcar, que, a nivel global, el peligro de complicaciones permanentes graves es bastante bajo.
Los cuidados que tu hijo necesita
Es fundamental el papel de los padres en el cuidado de un bebé con displasia broncopulmonar. En primer lugar, deben evitar la exposición de su bebé a infecciones respiratorias. No recibas visitas que estén enfermas y, si dejas al bebé en una guardería, cerciórate de que el centro sea pequeño para que esté menos expuesto a agentes infecciosos. Asegúrate de que tu hijo lleva al día su calendario de vacunación. No expongas al niño al humo del cigarrillo, ya que es un irritante respiratorio.
Si tu hijo necesita oxígeno en casa, el profesional te enseñará cómo colocarle el tubo y cómo medir los niveles de oxígeno.
Si el niño tiene asma, puede necesitar broncodilatadores para aliviar las crisis asmáticas. Puede usar un inhalador o nebulizador, los que pulverizan el medicamento para que el niño lo pueda inhalar.
Si el bebé necesita alimentarse con sonda gástrica en casa tras salir de la UCIN para ganar peso, se le puede administrar leche artificial de forma exclusiva o complementaria a la leche materna.
Cuándo llamar al doctor
Debes estar alerta por si tu hijo presenta algún síntoma de dificultad o un problema grave para respirar.
Los signos de que el bebé puede necesitar cuidados médicos inmediatos son:
- Respira más rápido de lo normal
- Se esfuerza demasiado al respirar:
- Entra mucho el estómago al respirar
- La piel de entre las costillas se proyecta hacia dentro al respirar
- Sufre cansancio o somnolencia extremos y crecientes debido al sobreesfuerzo respiratorio
- Tose más de lo habitual
- Jadea o emite sonidos roncos
- Emite un sonido sibilante o de pito al respirar
- Su piel tiene un color pálido, amoratado o azulado, que puede empezar alrededor de los labios o en el blanco de las uñas
- Tiene dificultades para comer, sufre regurgitaciones excesivas y/o vómitos