La mayoría de las mujeres siente un temor normal al dolor del parto, pero otras le tienen tanto pánico, que prefieren no tener jamás un bebé (aunque lo deseen) o incluso interrumpir el embarazo.
Se trata de una enfermedad poco conocida llamada Tocofobia (de tocos, parto en griego), sufrida por más de una mujer en el mundo.
Las causas asociadas tienen que ver con el miedo a sufrir, tendencias depresivas o traumatismos por intervenciones ginecológicas o sexuales.
El miedo heredado a morir
Durante el siglo XIX, el parto se asoció a mucho dolor y muerte. De hecho, 1858, el médico Louis Victor Marcé escribió un “Tratado de la locura de las mujeres embarazadas, madres primerizas y nodrizas”, señalando que en las futuras mamás “si son primerizas, la expectativa de un dolor desconocido les preocupa hasta tal punto que pueden desarrollar un estado de ansiedad indescriptible. Si ya han sido madres anteriormente, les aterra el recuerdo del pasado y la perspectiva del futuro; tienen la íntima convicción de que deben sucumbir a la prueba que les espera”. Añadió que se trataba de una “idea fija […] el punto de partida de una disposición melancólica que opaca todos sus pensamientos”.
La Tocofobia, entonces, ya era conocida en años pasados, y se traspasaba muchas veces por las historias de partos horrorosos de madres a hijas.
A esto se le suma que incluso en el siglo XX, el índice de mortalidad al dar a luz era muy elevado. Con el tiempo, el progreso médico se ha hecho evidente, pero algunas mujeres siguen temiendo tanto el parto que desplazan su instinto maternal.
Paradójicamente, la medicina actual, que ha disminuido mucho el índice de mortalidad, genera otros miedos como la frialdad de los hospitales, el temor al personal médico, a los instrumentos, a los quirófanos, y la lista es larga.
Síntomas
Según los psiquiatras, hay 3 diferentes manifestaciones de esta fobia, dependiendo del factor que detone la enfermedad.
- Tocofobia primaria: se da en mujeres que nunca han tenido hijos, quienes desde su inicio sexual se cuidan escrupulosamente para no quedar embarazadas, con el uso simultáneo de varios métodos anticonceptivos. En algunos casos, se vincula a abusos sexuales o violaciones durante la infancia, lo cual conduce a la suposición de que el parto se asocia al recuerdo de traumas vaginales. En otros casos, el deseo intenso de tener un hijo sale ganando, pero solamente se acepta dar a luz por cesárea programada.
- Tocofobia secundaria: ocurre luego de un primer parto con complicaciones, como cuando se extrae al bebé con instrumentos por un sufrimiento de éste o por algún potencial trauma. El recuerdo que se crea, entonces, se asocia al peligro de muerte de ellas o del bebé. En caso de quedar embarazadas nuevamente, se vive la experiencia con extremo estrés, ya que les atemoriza no poder dar a luz. La mayoría prefiere una cesárea a un parto natural.
- Tocofobia ligada a depresión prenatal: quedar embarazada puede acarrear un síndrome depresivo, que bien podría relacionarse con la tocofobia. En este caso, existe un tratamiento psicológico y no pasará necesariamente a una depresión posparto, en especial si todo sale bien y el bebé nace sin problemas.
Consecuencias y complicaciones
Lamentablemente, ha sucedido que el miedo domina de tal modo a la futura mamá que ésta solicita una interrupción del embarazo. Para evitar esta solución tan radical se requiere el apoyo y comprensión por parte del profesional médico y el entorno.
Un problema recurrente, sobre todo en tocofóbicas primarias, son los vómitos intensos. Estos se relacionan con un rechazo a la gestación, una falta de apego importante con el feto o una voluntad –consciente o inconsciente– de terminar con el embarazo.
Otra consecuencia negativa es que, si el embarazo llega a término, se produzca un síndrome de estrés postraumático tras el parto, lo que requerirá de tratamiento psicológico o psiquiátrico. Junto a esto, hay altas posibilidades de una depresión posparto.
Por último, algunas mujeres piden que se les esterilice; por ejemplo, en un estudio llevado a cabo en Inglaterra con 26 mujeres tocofóbicas, 10 se sometieron a esta operación después del parto o la solicitaron.
Por tanto, la fobia al parto no es un asunto menor, puede resultar en problemas graves. Si te sientes identificada con este artículo, acude a tu médico de cabecera o ginecólogo para que te ayude a enfrentarte al miedo o te recomiende una terapia psicológica.
Como toda fobia, puede curarse, y si te sobrepones, no te verás privada de la maravillosa experiencia de ser mamá.