La práctica de este masaje puede disminuir la necesidad de una episiotomía o desgarro en el parto.
Muchas madres temen a las episiotomías y a cualquier herida que surja en la zona perineal. El masaje perineal durante el embarazo ayuda al tono muscular y a que los tejidos sean más elásticos y flexibles, de manera que el bebé pueda salir de forma fácil sin dañar tanto a la madre. Asimismo, favorece el reconocimiento de la sensación de presión, posibilitando la relajación del perineo.
Cómo realizarlo
Primero, debes tener a mano un aceite vegetal, como por ejemplo, rosa mosqueta, almendras u oliva. También es necesario un espejo para que el área perineal te sea visible.
Sigue estos pasos:
- Preocúpate de limpiar muy bien tus manos y tener las uñas cortas para no dañar la zona al masajear.
- Ponte mucho aceite en los dedos y la vagina.
- Toma una posición cómoda que permita ver el área con el espejo. Puede ser en cuclillas, apoyada en la pared o cómo te sea más confortable.
- Introduce tus pulgares en la vagina unos 3-4 centímetros y deslízalos hacia los lados durante unos 5 minutos. Cuida de no llegar al meato urinario, porque podrías provocarte una infección urinaria.
- Luego, presiona suavemente desde la horquilla perineal hacia el ano, y del mismo modo hacia los lados de la vagina. En cuanto bajen las molestias, aumenta la apertura lateral.
- Practica este masaje a partir de la semana 34, unas 2 veces a la semana.
- Puedes pedirle a tu pareja que te ayude a realizarlo. En ese caso, en vez de los pulgares, debe utilizar los dedos índice y corazón.
Cuándo no debes hacerlo
Si bien es poco común, en ciertas ocasiones el masaje perineal está contraindicado. Algunas causas son las infecciones vaginales, lesiones en la vagina, placenta previa, un inminente parto prematuro, una rotura prematura de membranas o una cesárea programada.