Mamá y bebé están completamente conectados, por lo que las emociones y sensaciones se transmiten neurológicamente.
Los estudios psicológicos han revelado que los cambios de humor normales del embarazo no afectan al bebé de manera negativa. Es decir, si tú estás triste o enojada hoy, eso no significa que el bebé absorba esos sentimientos. Se ha comprobado que el estado de ánimo de la mamá, el que puede fluctuar en cuestión de horas, no altera al bebé.
No obstante, lo que sí puede afectarlo son las impresiones fuertes que tengas en el embarazo. Por ejemplo, el estrés agudo o una emoción intensa que te deprima por largo tiempo. En estos casos, el cerebro segrega químicos que pueden hacer que el bebé se sienta abandonado.
Los neurotransmisores y la adrenalina pueden abundar en estas ocasiones, y éstos hacen que el bebé sufra emocionalmente.
Una de las principales causas de angustia prolongada en la madre es una mala relación de pareja. La violencia intrafamiliar genera un estrés que el bebé no puede manejar. La información neurológica hace que el bebé absorba las emociones de la madre: la tensión y ansiedad.
¿Qué hacer, entonces?
Procura mantener la calma todo lo que puedas.
Recuerda que, así como esos sentimientos negativos pasan al bebé, los sentimientos positivos también. La producción de endorfinas se transmiten al pequeño, así que toda mamá debe intentar potenciar los momentos agradables y buscar razones para reír el mayor tiempo posible. Así, el bebé será feliz y se sentirá protegido en tu interior.
