Los cambios hormonales que ocurren en este periodo, así como factores emocionales, físicos y sociales, pueden influir en la intimidad sexual. Los primeros 3 meses del embarazo están marcados por algunas molestias que quizás llegan a afectar la vida sexual de una pareja, como son las náuseas, vómitos, mareos, cansancio o somnolencia.
En algunos casos, estos malestares vienen acompañados de una disminución del interés sexual, si bien esto es común en menos del 50% de los casos, lo que sí es más frecuente son las dudas respecto a la seguridad del feto al tener relaciones sexuales.
En el segundo trimestre
Comienza a notarse el embarazo en el cuerpo de la mujer, y esto puede incidir en el sexo, en la medida que ciertas prácticas o posturas ya no son adecuadas. Lo recomendable es que las posiciones sexuales no presionen el vientre.
Además, algo de suma importancia es la higiene genital tanto en la mujer como en el hombre, ya que cualquier infección o enfermedad de trasmisión sexual podría complicar el embarazo o dañar al futuro hijo o hija.
Hablar con el médico sobre la vida sexual en el embarazo
Es muy útil para disminuir riesgos; en caso de no haber infecciones o contraindicaciones, se puede practicar el sexo con bastante seguridad a lo largo del embarazo.
En esta etapa la mujer puede explorar algunas nuevas experiencias, juegos, fantasías y otras maneras de estimulación sexual.
Asimismo, al ser una etapa hermosa y llena de emociones para ambos, la intimidad como pareja se puede potenciar en el embarazo. Sin embargo, ante cualquier dolor, sangrado o contracción generada por el coito se debe acudir al especialista.
El coito no perjudica para nada al bebé durante el embarazo, gracias a los músculos del útero y el líquido amniótico que rodean al bebé ayudan a protegerlo de cualquier movimiento. El tapón mucoso por su parte protege al pequeño de las infecciones y además es necesario tener en cuenta que el pene en ningún momento tendrá contacto con el bebé durante la relación sexual.