El Dr. Jorge Sandoval, gineco-obstetra nos aclara que los conciertos y eventos masivos durante el embarazo son dos cosas diferentes y en los cuales se debe ser cuidadosa.
La música nunca es mala para el embarazo, todo lo contrario, ir a un concierto puede ser beneficioso para las buenas emociones de la madre y del bebé, debido a que la mamá experimenta buena energía y eso se traspasa al bebé, ocasionado un efecto sedante y placentero.
“Los eventos masivos sí pueden convertirse en algo complicado para la madre, porque las actividades donde están envueltas grandes masas, siempre generan en el ambiente infecciones como la respiratoria, por eso no es recomendable que una madre se exponga a estar entre tanta gente”, dice el especialista.
Los conciertos o eventos masivos están cargados de ruidos fuertes, si una embarazada se expone a este tipo de situación puede crear en el pequeño la posibilidad de nacer con problemas de audición, incluso otros problemas como probabilidades de dar a luz prematuramente y de tener un bebé con deficiencia de peso al nacer.
Médicos aseguran que estar alejada de este tipo de ruidos no significa alejarse del mundo y permanecer encerrada o en silencio, sino que debes identificar cuáles son los sitios que pueden traerte perturbación sonora tanto a ti como a tu bebé.
En la actualidad existen diferentes maneras de estimular al bebé en el útero y escuchar música es parte de ella; la estimulación prenatal que aplican las madres a su bebé resulta beneficiosa, este tipo de sonidos va directo al feto de manera suave, sin repercutir sobre sus sentidos.
Recomendaciones
Si eres fanática de conciertos donde la música puede ser extremadamente alta o de eventos donde el sonido sobrepasa el nivel normal para la audición, debes colocar un “alto” y participar en estas actividades culminado el postparto.
Las madres deben entender que el feto va desarrollando todas sus extremidades y sentidos de manera continua, así que los ruidos que sobrepasan los 100 decibeles, no traen nada positivo al bebé que está en desarrollo. Un pequeño puede tolerar y disfrutar de ruidos que se encuentren entre los 60 decibeles, brindándoles placer a ambos.