El feto se encuentra protegido en una bolsa de líquido amniótico que sirve como protector durante los movimientos bruscos y ruidos exteriores, el bebé prácticamente no percibe si la madre está teniendo relaciones sexuales.
Durante la intimidad es normal que el bebé se mantenga tranquilo, sin mayor movimiento, hasta que la madre alcanza el orgasmo, es ahí cuando se produce una leve contracción en el útero, lo que genera que el bebé sienta un apretón inofensivo. Posterior al acto sexual, el bebé comienza a moverse mucho, gracias a la liberación de endorfinas, sin causarle ningún daño.
Es importante destacar que se debe hacer de forma delicada y con posiciones que sean cómodas para la mujer.
La única indicación o consejo razonable sería supervisar las posturas sexuales a medida que vaya creciendo el bebé, igual como se corrigen las posturas a la hora de dormir para no incomodar.