Asumir la maternidad y cumplir con ella de la mejor manera es un proceso que lleva tiempo. En el camino se cometerán errores, pero estos son parte del aprendizaje. Cada día es una nueva oportunidad para mejorar y para dar lo mejor de ti.
Muchas mamás quisieran más comprensión respecto a su rol, no sólo criticas sino admiración por la manera cómo lleva a cabo la crianza. Una crianza única porque ningún bebé es igual a otro, de la misma manera que ninguna mamá es igual a otra.
Estamos cansadas de escuchar comparaciones, de creer que unas lo están haciendo mejor que otras: “que amamantar es mejor que la fórmula”, “que dormir con el bebé es mejor que acostarlo solo”, “que es mejor quedarse en la casa que trabajar”, “que no hay que castigar a los niños”, “que hay que enseñarles la palabra ´no´” y viceversa. Hay tantos factores que afectan esas decisiones que lo “tradicional” o “normal” no vale para todas por igual.
Lo mejor es que las madres hagan un frente unido. Que no se ataquen, sino estén disponibles para conversar, para escuchar cuando una esté triste o abrumada por lo que significa ser mamá.
La maternidad no es una competencia. No se trata de quién logra un hito más rápido o qué niño le gana al otro en no sé qué. Las mamás deben ser compañeras, no rivales. Estar dispuestas a juntarse, tomarse un traguito y compartir experiencias.
Y, sobre todo, no juzgar. Si una mamá está criando a sus hijos de cierta manera, no hay nada que opinar. Porque quien mejor conoce a sus hijos es la madre, y por lo tanto, es ella quien tiene el derecho de tomar sus decisiones. Después de todo, si alguien la juzga es porque no está segura de las suyas.
Las mujeres se entienden. Entienden sus sentimientos, sus emociones, su manera de amar. Y ser mamás potencia esas características. Aunque a veces ni los hijos ni el papá entiendan, una mujer siempre entenderá cómo siente una mujer.
Toda madre debe estar segura de que su hijo se desarrollará de buena manera si ella le transmite estas cualidades: tolerancia, comprensión y fraternidad.
