La miel es uno de los alimentos más nutritivos y sanos que nos ofrece la naturaleza, tiene cualidades reconocidas y utilizadas por los seres humanos desde tiempos remotos, como alimento y para endulzar, con un poder mayor que el de la caña de azúcar.
Tiene muchas propiedades terapéuticas. Se puede usar externamente debido a sus propiedades antimicrobianas y antisépticas. Así, la miel ayuda a cicatrizar y a prevenir infecciones en heridas o quemaduras superficiales.
Por estas mismas razones es que como padres podemos pensar que es una excelente alternativas para la nutricion de nuestros bebés, endulzar el chupete de los bebés con miel de abeja antes de acostarlos a dormir o para calmarlos cuando lloran ¡Pero ATENCIÓN: podríamos estar cometiendo un grave error!
La miel (al igual que otros endulzantes) puede ser también extremadamente peligrosa para los bebés. Esto se debe a que al mezclarse con los jugos digestivos no ácidos del niño se crea un ambiente ideal para el crecimiento de las esporas Clostridium botulinum, que producen toxinas. Las esporas del botulismo son de las pocas bacterias que sobreviven en la miel, pero se encuentran también ampliamente presentes en el medio ambiente. Aunque dichas esporas son inofensivas para los adultos, debido a su acidez estomacal, el sistema digestivo de los niños pequeños no se halla lo suficientemente desarrollado para destruirlas, por lo que las esporas pueden potencialmente causar botulismo infantil. Por esta razón se aconseja no alimentar con miel ni ningún otro endulzante a los niños menores de 12 meses.
Esta historia comenzó en 1976, cuando en California, Estados Unidos, se produjeron varios casos de bebés afectados de botulismo infantil y se identificaron como causa las esporas del microorganismo Clostridium botulinum. Dos años más tarde, un estudio epidemiológico analizó numerosos alimentos y sustancias del entorno para hallar la fuente de ese microorganismo: las esporas aparecieron en cinco muestras de tierra, una de polvo de una aspiradora y nueve de miel. Inmediatamente, la miel se convirtió en el riesgo oficial para los niños, ya que es la única de esas variables que se puede controlar.
Los síntomas más recurrentes son:
- párpados caídos
- dificultad para succionar y deglutir
- debilidad muscular
- constipación
- llanto débil
- tono muscular deficiente, aunque también puede provocar serias complicaciones respiratorias derivadas del compromiso motor.
«La flora intestinal que no está bien desarrollada en los niños muy pequeños puede hacer posible que esta bacteria oportunista colonice su intestino y provoque la enfermedad. Por eso le pedimos a los padres que eviten la acumulación de polvo en piso y muebles y que no unten el chupete en miel, tal como se recomienda en Estados Unidos y otros países donde se ha detectado el botulismo en lactantes», señala el neurólogo infantil y académico de la Facultad de Medicina de la U. de Chile en el Hospital Luis Calvo Mackenna, doctor Ricardo Erazo.