Un mundo nuevo se crea ante sus ojos. Y si se trata de sus sentimientos, entonces, este arribo resulta aún más maravilloso.
Sin duda, cuando llega el tan esperado primer hijo, a la vida de la, ahora, mamá; todo cambia para ella. Porque las experiencias que vivirá con el pequeño, nunca antes las experimentó. Un mundo nuevo se crea ante sus ojos. Y si se trata de sus sentimientos, entonces, este arribo resulta aún más maravilloso.
El profundo vínculo entre mamá e hijo
Cuando llega el hijo a la vida de esta primeriza mamá, todo en su vida diaria, se modifica. Y esto que podría ser considerado negativo, se vuelve muy positivo, porque la mamá logra establecer un profundo vínculo con él.
Este lazo, se halla atravesado por un nuevo tipo de amor. Por uno que nunca antes, fue experimentado por ella. Es especial, único. Este amor no puede compararse con el de una relación romántica, por ejemplo; porque es una nueva manera de entregarse a otro y permitir lo mismo del otro hacia la mamá.
Mayor responsabilidad
Debido a este amor, la nueva mamá tendrá el sentido del deber, muy presente y con éste, la responsabilidad que tiene para con su hijo.
Es verdad que por mucho tiempo fue responsable de lo que ocurría en su trabajo, en los asuntos de la casa; pero, el cuidado de un hijo es muy distinto.
Entiende que su hijo es alguien que necesita ser cuidado con dedicación, porque es indefenso; por lo tanto, depende de ella.
Paciencia inagotable
Para la mamá será extraño darse cuenta que ahora tiene una paciencia que pareciera inagotable. Situación que jamás antes imaginó.
Y siempre está allí para él. Ya sea, cuando llora, esas veces que quiere dormir y necesita que le cuenten un cuento, en fin.
Esto es posible, porque ella ha entendido que todo lo que le ocurra a su hijo, mientras esté bajo su cuidado, es de su exclusiva responsabilidad.
Una resistencia infinita
Antes de la llegada del niño, la nueva mamá ni siquiera tenía idea que sería capaz de, lisa y llanamente, no dormir bien por días. Esto que pareciera un milagro, es producto de la maternidad. Esta maravillosa etapa que despierta la generosidad más absoluta de un ser humano hacia otro.
Es la maternidad la que provoca en la mamá todo tipo de concesiones y sacrificios por el hijo. Algo que parecía totalmente imposible, antes del proceso.
Ahora, ella es capaz de llegar a límites inimaginados, por el bienestar de su pequeño. A la vez, se sorprenderá, ante la fortaleza que ha mostrado y continuará mostrando.
Generosidad total
Ser generoso nunca es fácil, porque implica algún tipo de desprendimiento, sin embargo, cuando sé es mamá, esto ya no importa.
El hijo despierta en la mamá, una gran generosidad hacia su persona. Implica que ella, efectivamente, se desprende de mucho para entregárselo al pequeño.Es así como, los deseos de cosas propias, pasan a segundo plano, para pasar a ocuparse de los deseos del niño.
Instintos primitivos
La mamá, en este importante rol, se conecta con el instinto innato de protección y se apresta a defender a su pequeño de cualquier situación que lo ponga en peligro. Llega hasta el límite de enfrentarse contra fuerzas de carácter sobrenatural.
La incomparable compañía que brinda un hijo
Una vez que el niño es parte de la vida de su madre, le brinda a ésta, la maravillosa sensación de que ya no estará sola.
Siempre podrá disfrutar de la compañía de un ser maravilloso que logra darle numerosas alegrías, sólo con una sonrisa.