“Cuando un bebé es alimentado se activa automáticamente el reflejo gastrocólico que activa la contracción desde el esófago hasta el intestino delgado y grueso, causando la necesidad de defecación”, explica Juan Juanet, pediatra.
No se debe considerar anormal el hecho de que tu pequeño defeque después de ser alimentado, sobre todo si el bebé se encuentra en período de lactancia; durante el amamantamiento los niños tienden a hacer popó con mayor frecuencia debido al consumo líquido que se presenta durante los primeros 6 meses.
Si tu bebé hace popó después de cada comida significa que está ingiriendo a través del pezón toda la leche y los nutrientes necesarios para su desarrollo.
Los bebés alimentados con leche de fórmula normalmente evacúan con menos frecuencia que los bebés que toman leche materna, pero de igual forma es normal que ellos también hagan popó cada vez que comen.
Si las defecaciones de tu bebé son líquidas en sus primeros meses no hay nada de qué preocuparse, los niños van cambiando la consistencia de su defecación según su alimentación. Un bebé probablemente pueda hacer de manera frecuente hasta que inicie el proceso de ablactación.
“Si hay un cambio repentino en las heces de tu bebé y su excremento se vuelve líquido de manera constante, aun cuando está consumiendo sólidos, consulta a su médico”, dice el especialista.
Las evacuaciones muy líquidas podrían ser una señal de infección causada por diferentes agentes, que genera en el pequeño malestar gastrointestinal.
Aunque la mayoría de los bebés durante alguna etapa de su vida tienen que luchar con la diarrea infecciosa, no hay de qué preocuparse, este tipo de infección solo dura algunos días y con un tratamiento necesario e hidratación prudente el niño podrá salir del cuadro infeccioso.
