La etapa más importante del desarrollo cerebral del bebé ocurre durante el embarazo, con 30 días de ser fecundado el feto ya presenta tres pequeños bultos que representan el cerebro y la médula espinal, además en la gestación se forman las neuronas, específicamente en el tubo neural del bebé para irse esparciendo posteriormente hasta formar las partes del cerebro y finalmente especializarse en las funciones del mismo.
El feto puede generar 250.000 neuronas por minuto, según Peter Huttenlocher, neurobiólogo en la Universidad de Chicago. Durante el cuarto y séptimo mes de gestación se generan la mayoría de las células cerebrales, ellas se van interconectando unas con otras durante el embarazo hasta que a la hora de nacer, el bebé tiene más de un trillón de conexiones en el cerebro.
La mielinización se encarga de el crecimiento del cerebro del feto durante el embarazo, la mielina es una cubierta grasa aislante que se encarga de la transferencia de los mensajes entre las neuronas.
Desarrollo cerebral del bebé en el nacimiento
El ser humano nace con un número de neuronas, mismas que se van reduciendo a lo largo de nuestras vidas, sin embargo y a pesar de nacer con más de cien millones de neuronas somos la especie mamífera que nace con el cerebro más inmaduro, esto según especialistas, por la necesidad del bebé de reducir el cerebro durante la gestación para que pueda pasar a través del cuello uterino, otro de los argumentos se refieren a teorías funcionales y finalmente Elizabeth Spelke, de la Universidad de Harvard, asegura que los bebés «tienen un conocimiento innato» que le permite ir desarrollando sus habilidades psico-motoras a lo largo de su vida.
Las condiciones a las cuales el neonato se ve sometido, van a tener un efecto inmediato en la rapidez y sensibilidad del cerebro, y como consecuencia, en las cualidades y funciones psíquicas concomitantes, si son desfavorables o limitadas, actuarán de manera negativa, perjudicando dicho aprendizaje y desarrollo, a veces de forma irreversible.
Desarrollo cerebral del bebé durante los primeros años de vida
Esta claro que se nace con unas determinadas potencialidades y el que las capacidades se desarrollen en mayor o menor grado depende de los estímulos que el niño reciba, tanto de los adultos como de su entorno. Evidentemente los adultos aprendemos cosas, nuevas habilidades, pero las aprendemos utilizando las conexiones neuronales que ya se establecieron en la etapa neonatal.
Si las neuronas son «ejercitadas» se integran al circuito cerebral cuando se conectan con otras neuronas, por el contrario si no son utilizadas pueden, incluso, morir. Las experiencias de la infancia son las que determinan cuáles neuronas se utilizan, qué circuitos se establecen, las experiencias de la infancia marcarán definitivamente sus características cuando llegue a ser adulto.
Según el neurobiólogo pediatra, Harry Chugani, de Wayne State University (abril 1996) «las experiencias tempranas son tan poderosas que pueden cambiar por completo la forma en que se desarrolla una persona». Por su parte, la neurobióloga de desarrollo, Carla Shulz, de la Universidad de California en Berkeley afirma que «existe una etapa temprana, cuando no se requiere experiencia, y una posterior, cuando ésta si resulta indispensable».
Sin embargo una vez establecidos los circuitos, la habilidad del cerebro para «crearse» a sí mismo encuentra límites de tiempo, llamados períodos críticos, éstas etapas son como ventanas de oportunidades que la naturaleza abre y que poco a poco va cerrando con cada cumpleaños del niño.
Estos nuevos conocimientos sugieren entonces, que con el insumo adecuado en el momento correcto, casi cualquier cosa es posible; pero nos abocan también, a entender que si se desaprovecha el período crítico se pierden oportunidades irreversibles en la historia del desarrollo de un individuo. Por esto es fundamental la estimulación temprana y estar consciente de lo importante que es la intervención en las primeras etapas de la vida.